Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada – Al servicio de la Iglesia, la fe y la cultura – Jerez de la Frontera

Camarín y Protagonistas de la Coronación


El primitivo camarín de la Virgen se construyo en el siglo XVIII al levantarse la iglesia actual en honor de la Virgen del Carmen. Este mismo camarín fue restaurado en 1880 al volver los carmelitas a Jerez. Aquella restauración la llevo a cabo el pintor sevillano Rodríguez de Losada.

Algunos años más tarde, el padre Anastasio Borrás también hizo algunos arreglos en este camarín, que llevo a cabo el jerezano Antonio Bravo, pintor y tallista. Otra reforma del camarín se hizo siendo Prior el padre Sánchez-Paredes, realizando las pinturas el carmelita jerezano fray Carmelo Campoy, en julio de 1914.

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Vista del Camarín desde la Basílica

El camarín, en su estructura actual y en sus dimensiones, es de enero de 1921, costeado en su integridad por la Exma. Sra. Doña Carmen Nuñez de Villavicencio y Olaguer Feliu, Marquesa de Domecq D’Usquain, camarera de la Virgen. Esta definitiva reforma del camarín se llevo a cabo en orden a la Coronación Canónica de la sagrada Imagen de la Virgen del Carmen. El artista en esta ocasión fue el valenciano Carmelo Vicent.

Otras pequeñas restauraciones se hicieron en 1931, 1947 y 1969. Una gran obra de restauración y limpieza se ha llevó a cabo en el año 2000, con motivo de las fiestas conmemorativas de las Bodas de Diamante de la Coronación Canónica, por iniciativa del Prior del Carmen, padre Miguel Barbero Moreno. Estas obras se han realizado bajo la dirección técnica del artista jerezano don Agustín R. Pina Calle.

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Padrinos de la Coronación, Condes de Puerto Hermoso

Explicación del Camarín

Los paramentos, a nivel del pavimento, se inician con un zócalo de mármol gris de 1,16 metros de altura, enmarcado en molduras de mármol rojo, donde se lee la antífona completa del “Flos Carmeli” en grandes letras de metal dorado.

De este zócalo arrancan unas molduras doradas, en forma de pilastras, con paramentos tapizados de damasco amarillo, haciendo juego con el dorado de las molduras.

Sobre estas molduras y damascos corre un friso plateado que, cuando se reformó el camarín en 1921 era de plata repujada. Sobre este friso hay una gran cornisa dorada, sobre la que arrancan cuatro pechinas sobre las que se apoya una preciosa cúpula circular. En cada una de las pechinas hay pintado uno de los timbres de gloria de la Orden carmelitana: el escudo de la Orden del Carmen, el que Enrique IV escogiera para su Orden Militar de Nuestra Señora del Monte Carmelo, el escudo de los Caballeros Hospitalarios de San Juan del Santo Sepulcro, y el escudo de la dama a cuyas expensas se construyo el camarín en 1921.

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Vista de la Virgen desde el interior del camarín

En el hueco que deja cada arco entre una y otra pechina, hay cuatro grandes medallones que representan al gran profeta de Dios Elías, inspirador de la Orden del Carmen; al gran san Basilio, padre del monacato oriental, de donde procede la Orden Carmelita, y las figuras de los dos primeros generales de la Orden: san Brocardo y san Bertoldo.

En el centro del camarín, sobre un pavimento de mármol blanco, se levanta la gran peana que sostiene la imagen de la Virgen. Es una enorme nuble plateada, simulando estar llevada por tres hermosos ángeles de gran tamaño y cuyos brazos y manos, de corrección clásica, levantan a la señora, y armonizan con las grandes alas que atrevidas y potentes, rompen la línea del conjunto para darle una grandeza suprema.

Como aleteando sobre la imagen y en ademan de coronarla y festejarla, hay unos pequeños angelitos sostenidos por unas nubes que se posan sobre la imagen. El resultado de todo esto es un conjunto bellísimo que forma el santa santorum de la Reina y Madre del Carmelo coronada por Jerez de oro y piedras preciosas, así como del oro más puro del amor de sus hijos.

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