Narración de la Pasión y Muerte de Jesús
Descubrir de nuevo el primer amor
Mateo 26,14-27; 27,1-66
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Sugerencias para la Semana Santa
Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa. Semana diferente de las otras.
Estamos frente al misterio más profundo de nuestra fe, frente a la suprema revelación del amor de Dios, que se ha manifestado en Jesús (Rom 8,38-39).
En el Antiguo Testamento, en época de crisis, el pueblo volvía a meditar y a releer el Éxodo. En el Nuevo Testamento volvemos al éxodo representado en la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Para las Comunidades cristianas de todos los tiempos, la narración de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Jesús es la fuente donde renovamos la fe la esperanza y el amor.
Muchas veces, desde el Sermón de la Montaña (Mt 5-7), el Evangelio de Mateo afirmaba que el objetivo de la Nueva Ley es el amor y la misericordia (Mt 5,43-48;7,12; 9,13; 12,7; 22,34-40).
Ahora en esta parte final de la pasión, muerte y resurrección, describe cómo Jesús practicó el amor, llevando a su cumplimiento la Ley (Mt 5,17).
3. Lectura de la Pasión y Muerte de Jesús
Una clave de lectura:
En la Semana Santa, durante la lectura de la Pasión y Muerte de Jesús, no es conveniente una postura de análisis o de investigación racional. Conviene estar en silencio. Leer diversas veces el texto, teniendo como guía única los breves títulos, que tratan de ser una llave para ayudar a sentir el texto y a experimentar de nuevo el amor de Dios que se revela en los comportamientos de Jesús ante aquéllos que lo prenden, lo insultan, lo torturan y le dan muerte. En el curso de la lectura, no pensemos sólo en Jesús, sino también en los millones y millones de seres humanos que hoy están en las cárceles, torturados, insultados y asesinados.
Mateo 26,14-16: La traición de Judas
El amor por el dinero empuja a un amigo a traicionar a Jesús
¹⁴Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, ¹⁵y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. ¹⁶Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
Mateo 26,17-19: La preparación de la Cena Pascual
Preparar bien el último encuentro con los amigos
¹⁷El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?» ¹⁸Él les dijo: «Id a la ciudad, a un tal, y decidle: `El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.’» ¹⁹Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Mateo 26,20-25: El anuncio de la traición de Judas
Aunque Jesús lo sabe todo, se sienta a la mesa con el traidor
²⁰Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. ²¹Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» ²²Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» ²³Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en el plato, ése me entregará. ²⁴El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» ²⁵Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Tú lo has dicho.»
Mateo 26,26-29: La institución de la Eucaristía
Entre la traición de uno y la negación de otro, brilla el gesto de amor
²⁶Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» ²⁷Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, ²⁸porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. ²⁹Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Mateo: 26,30-35: El anuncio de la negación de Pedro
Aunque Pedro rompe con Jesús, Jesús no rompe con Pedro
³⁰Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. ³¹Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. ³²Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.» ³³Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.» ³⁴Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» ³⁵Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.
Mateo 26,36-46: La agonía en el Huerto de los Olivos
Entre la fuga y la fidelidad, Jesús escoge la fidelidad
³⁶Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» ³⁷Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. ³⁸Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» ³⁹Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú.» ⁴⁰Viene entonces a los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? ⁴¹Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» ⁴²Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» ⁴³Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. ⁴⁴Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. ⁴⁵Viene entonces a los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ⁴⁶¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.» Mateo 26,47-56: La prisión de Jesús en el Huerto
Aun siendo inocente y bueno, Jesús es considerado como un bandido y un criminal
⁴⁷Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. ⁴⁸El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle.» ⁴⁹Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio un beso. ⁵⁰Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. ⁵¹En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja. ⁵²Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. ⁵³¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? ⁵⁴Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?» ⁵⁵En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?
Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. ⁵⁶Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.» Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
Mateo 26,57-68: Jesús delante del Sanedrín
Se da una apariencia legal a la decisión ya tomada de condenar a muerte a Jesús
⁵⁷Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. ⁵⁸Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final. ⁵⁹Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, ⁶⁰y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, ⁶¹que dijeron: «Éste dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo.» ⁶²Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» ⁶³Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote le dijo: «Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» ⁶⁴Dícele Jesús: «Tú lo has dicho.
Pero os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo.» ⁶⁵Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ⁶⁶¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.» ⁶⁷Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, ⁶⁸diciendo: «Adivínanos, Cristo.¿Quién es el que te ha pegado?»
Mateo 26,69-75: La negación de Pedro
En el momento de la prueba, Pedro, el líder, niega conocer a Jesús
⁶⁹Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo.» ⁷⁰Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices.» ⁷¹Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Éste estaba con Jesús el Nazareo.» ⁷²Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!» ⁷³Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!» ⁷⁴Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. ⁷⁵Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo fuera, lloró amargamente.
Mateo 27,1-2: Jesús es llevado ante Pilato
No es el pueblo hebreo, sino su élite la que lleva a muerte a Jesús
¹Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. ²Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.
Mateo 27,3-10: La muerte de Judas
Un pequeño Judas vive en cada uno de nosotros
³Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, ⁴diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.» ⁵Él tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. ⁶Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.» ⁷Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. ⁸Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy. ⁹Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, ¹⁰y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor.
Mateo 27,11-26: Jesús ante Pilato
Como el Siervo de Yahvé, Jesús calla ante aquéllos que lo condenan
¹¹Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Tú lo dices.» ¹²Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. ¹³Entonces le dice Pilato: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» ¹⁴Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. ¹⁵Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. ¹⁶Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. ¹⁷Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?», ¹⁸pues sabía que le habían entregado por envidia. ¹⁹Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa.» ²⁰Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. ²¹Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!» ²²Díceles Pilato: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Dicen todos: «¡Sea crucificado!» –²³«Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!» ²⁴Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.» ²⁵Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» ²⁶Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado.
Mateo 27,27-31: Jesús es coronado de espinas
Despojar, torturar y golpear, es lo que más humilla a una persona humana
²⁷Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. ²⁸Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; ²⁹y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; ³⁰y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. ³¹Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.
Mateo 27,32-38: Jesús es crucificado
La ley dice que aquél que pende de la cruz es “maldito de Dios” (Dt 21,23)
³²Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. ³³Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario», ³⁴le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. ³⁵Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. ³⁶Y se quedaron sentados allí para custodiarle. ³⁷Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» ³⁸Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Mateo 27,37-44: Jesús es insultado
Colgado, desnudo, expuesto a todos, sin defensa, sin derecho
³⁹Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: ⁴⁰«Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!» ⁴¹Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: ⁴²«A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. ⁴³Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: `Soy hijo de Dios.’» ⁴⁴De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.
Mateo 27,45-56: La muerte de Jesús
“¡Dios mío!¿Por qué me has abandonado?”: Muere emitiendo un grito
⁴⁵Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. ⁴⁶Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» ⁴⁷Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste.» ⁴⁸Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. ⁴⁹Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle.» ⁵⁰Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. ⁵¹En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. ⁵²Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. ⁵³Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. ⁵⁴Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era hijo de Dios.» ⁵⁵Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. ⁵⁶Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Mateo 27,57-61: Jesús es sepultado
Jesús no recibe ni siquiera una digna sepultura
⁵⁷Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. ⁵⁸Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase. ⁵⁹José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia ⁶⁰y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. ⁶¹Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
Mateo 27,62-6: La guardia del monumento
Las tinieblas, incluso las más densas, no consiguen apagar la vida
⁶²Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato ⁶³y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: `A los tres días resucitaré.’ ⁶⁴Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: `Resucitó de entre los muertos’, y la última impostura sea peor que la primera.» ⁶⁵Pilato les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis.» ⁶⁶Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.
4. Algunos pensamientos
para ayudarnos a meditar y a orar.
a) La Muerte de Jesús:
Al mediodía, a eso de las tres de la tarde, se hace obscuridad total sobre la tierra. Hasta la naturaleza siente el efecto de la agonía y de la muerte de Jesús. Colgado de la cruz, privado de todo, sale de su boca un lamento: “¡Eli, Eli! ¡Lama Sabactani!” Esto es: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” Es la primera frase del salmo 22(21). Jesús entra en la muerte rezando, expresando el abandono que siente. Reza en hebreo. Los soldados que estaban cerca de Él, y que hacían la guardia, dicen: “¡Está llamando a Elías!” Los soldados eran extranjeros, mercenarios contratados por los romanos. No entendían la lengua de los judíos. Pensaban que Eli quería decir Elías.
Jesús colgado de la cruz se encuentra en un abandono total. Aunque hubiese querido hablar con alguien, no le hubiera sido posible. Permaneció completamente solo: Judas lo traicionó, Pedro lo negó, los discípulos huyeron, las amigas estaban seguramente muy alejadas (v.55), las autoridades le escarnecían, los que pasaban le insultaban, Dios mismo lo abandona y ninguna lengua sirve para comunicarse. Este ha sido el precio que ha pagado por su fidelidad a su opción de seguir siempre el camino del amor el camino del servicio para redimir a sus hermanos. Él mismo dice: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y para dar la vida en rescate de muchos” (Mt 20,28). En medio del abandono y de la obscuridad, Jesús lanza un fuerte grito y muere. Muere lanzando el grito de los pobres, porque sabe que Dios escucha el clamor de los pobres (Ex 2,24; 3,7; 22,22.26 etc.). Con esta fe, Jesús entra en la muerte, seguro de ser escuchado. La Carta a los Hebreos comenta: “Él ofreció plegarias y súplicas con fuertes gritos y lágrimas a aquél que podía liberarlo de la muerte y fue escuchado por su piedad” (Heb 5,7). Dios escuchó el grito de Jesús y “lo exaltó” (Fil 2,9). La resurrección es la respuesta de Dios a la oración y al ofrecimiento que Jesús hace de su vida. Con la resurrección de Jesús, el Padre anuncia al mundo entero esta Buena Noticia: “Quien vive la vida como Jesús sirviendo a sus hermanos, es victorioso y vivirá para siempre, aunque muera y ¡aunque lo maten!¡ Es ésta la Buena Noticia del Reino que nace de la Cruz!
b) El significado de la Muerte de Jesús:
Sobre el Calvario estamos delante de un ser humano torturado y excluido de la sociedad, completamente solo, condenado como herético y subversivo por el tribunal civil, militar y religioso. A los pies de la cruz, las autoridades religiosas confirman por última vez que se trata verdaderamente de un rebelde que ha fallado, y lo reniegan públicamente (Mt 27,41-43). Y en esta hora de muerte renace un significado nuevo. La identidad de Jesús viene revelada por un pagano: “¡Verdaderamente éste era Hijo de Dios!” (Mt 27,54). Desde ahora en adelante, si tú quieres encontrar verdaderamente al Hijo de Dios no lo busques en lo alto, ni en el lejano cielo, ni en el Templo cuyo velo se rasgó, búscalo junto a ti, en el ser humano excluido, desfigurado, sin belleza. Búscalo en aquéllos que, como Jesús, dan la vida por sus hermanos. Es allí donde Dios se esconde y se revela, y es allí donde podemos encontrarlo. Allí se encuentra la imagen desfigurada de Dios, del Hijo de Dios, de los hijos de Dios. “¡No hay prueba de amor más grande que dar la vida por los hermanos!”
5. Plegaria de un Salmo
Los salmos que Jesús recita sobre la Cruz:
Salmo 22 (21), 2: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”
Salmo 31 (30), 6: “¡En tus manos abandono mi vida!”
6. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)