Quinto Domingo de Cuaresma
Queremos ver a Jesús
Juan 12, 20-33
1. Oración inicial
Escucha, ¡oh Padre! nuestra súplica: te pedimos que envíes tu Espíritu con abundancia, para que sepamos escuchar tu voz que proclama la gloria de tu Hijo que se ofrece para nuestra salvación. Haz que de esta escucha atenta y comprometida, sepamos hacer germinar en nosotros una nueva esperanza para seguir a nuestro Maestro y Redentor con total disponibilidad, aún en los momentos difíciles y obscuros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
2. Lectura
a) El contexto:
Estamos al final del «libro de los signos», que es la clave interpretativa que usa Juan en su Evangelio y ya se está perfilando el encuentro mortal entre la clase dirigente y Jesús. Este pasaje es como un broche entre lo que hasta ahora Juan ha contado y se concluye con esta aparición de las «gentes» (señalados por estos «griegos») y lo que está por suceder. Los próximos sucesos Juan los subdivide en dos ámbitos. El primer ámbito es el diálogo con sólo los discípulos, en el contexto de la cena pascual (cc 13-17); el otro ámbito será la escena pública de la pasión y después la aparición del resucitado (cc 18-21). Este episodio, quizás no es del todo real: quiere señalar que la apertura a las gentes ha comenzado ya con Jesús mismo. No se trata tanto de andar a convencer a los otros de cualquier cosa, sino de acoger ante todo su búsqueda y llevarla a la madurez. Y esta madurez no llega sino con la colaboración de los otros y con un diálogo con Jesús. No se dice si Jesús ha hablado a estos griegos: el texto parece abreviar la narración, haciendo llevar pronto a la evidencia a qué «tipo» de Jesús se deben acercar aquéllos que lo buscan. Se trata del Jesús que ofrece la vida, que da frutos a través de la muerte. No, por tato, un Jesús «filósofo», «sabio»; sino ante todo aquél que no está atado a la propia vida, sino que la ha dado y se ha puesto al servicio de la vida de todos. Los versículos 27-33, que manifiestan la angustia y la turbación de Jesús frente a la muerte inminente, se llaman también «el Getsemaní del IV Evangelio» en paralelo con la narración de los Sinópticos sobre la vigilia dolorosa de Jesús en el Getsemaní: Como sucede con el trigo: sólo quebrantándose y muriendo puede liberar toda su vitalidad; así muriendo Jesús mostrará todo su amor que da vida. La historia de la semilla es la historia de Jesús, y de todo discípulo que quiere servirlo y tener vida en Él.
b) El texto
²⁰Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. ²¹Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» ²²Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. ²³Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. ²⁴En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. ²⁵El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. ²⁶Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. ²⁷Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! ²⁸Padre, glorifica tu Nombre». Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré». ²⁹La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.» ³⁰Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. ³¹Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será derribado. ³²Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí.» ³³Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.
3. Un momento de silencio orante
para releer el texto con el corazón y reconocer a través de las frases y de la estructura la presencia del misterio del Dios viviente.
4. Algunas preguntas
para recoger del texto los núcleos importantes y comenzar a asimilarlos.
a) Felipe y Andrés ¿por qué han sido interpelados precisamente ellos?
b) ¿Qué buscaban verdaderamente estos «griegos»?
c) ¿Recibimos también nosotros a veces preguntas semejantes sobre la fe, la Iglesia, la vida cristiana?
d) No parece que Jesús se haya encontrado con estos «griegos»; pero ha confirmado su próxima «hora»: ¿por qué ha hablado de esta manera?
e) ¿Quería Jesús que respondiesen con fórmulas? ¿O más bien con testimonios?
5. Algunas profundizaciones en la lectura
«Señor, queremos ver a Jesús»
«Si el grano de trigo no cae en tierra…»
«Ahora mi alma está turbada»
«Atraeré a todos hacia mí»
6. Salmo 125
Cuando Yahvé repatrió a los cautivos de Sión, nos parecía estar soñando; entonces se llenó de risas nuestra boca, nuestros labios de gritos de alegría. Los paganos decían: ¡Grandes cosas ha hecho Yahvé en su favor! ¡Sí, grandes cosas ha hecho por nosotros Yahvé, y estamos alegres!
¡Recoge, Yahvé, a nuestros cautivos, sean como torrentes del Negueb! Los que van sembrando con lágrimas cosechan entre gritos de júbilo.
Al ir, van llorando, llevando la semilla; y vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
7. Oración final
¡Señor Dios nuestro!, aparta a los discípulos de tu Hijo de los caminos fáciles de la popularidad, de la gloria a poco precio, y llévalos sobre los caminos de los pobres y de los afligidos de la tierra, para que sepan reconocer en sus rostros el rostro del Maestro y Redentor. Da ojos para ver los senderos posibles a la justicia y a la solidaridad; oídos para escuchar las peticiones de salvación y salud de tantos que buscan como a tientas; enriquece sus corazones de fidelidad generosa y de delicadeza y comprensión para que se hagan compañeros de camino y testimonios verdaderos y sinceros de la gloria que resplandece en el crucificado, resucitado y victorioso. Él vive y reina glorioso contigo, oh Padre, por los siglos de los siglos.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)