Un Apóstol de la Palabra
Estamos un segundo milenio y la nueva situación del mundo nos plantea una serie de tareas urgentes en la labor que todo cristiano tiene de trasmitir el Evangelio; entre ellas ocupa un lugar bastante importante el papel que los cristianos desempeñamos en los medios de comunicación y en la pastoral de la palabra.
El cine, los periódicos, las emisiones radiofónicas, la comunicación a través de Internet, la publicidad… van cobrando cada vez más importancia dentro de nuestra «aldea global». Y en medio de esta red de comunicaciones, nosotros como cristianos tenemos algo que decir. Conviene que cada persona y cada comunidad creyente se pregunten sobre cómo concretar esta presencia. En este artículo vamos a intentar acercarnos a un fraile carmelita, Luis Mª Llop y Gaya, que en los inicios del siglo XX, convirtió la palabra en su forma principal de evangelización y que supo vislumbrar, en la medida que le fue posible dada la época que le tocó vivir, la importancia de los medios de comunicación, fundando, entre otras, la revista Escapulario del Carmen.
1.-Esbozo de una época.
No es este el lugar para hacer una exposición de la historia de España desde finales del siglo XIX a mediados del XX. Además esta es una tarea que escapa a las posibilidades del que escribe este artículo. No obstante, trataremos de apuntar algunas ideas que nos ayuden a situar la personalidad del P. Luis Mª Llop en la época histórica en la que se desarrolló su vida.
El tiempo en que surge el P. Llop fue privilegiado en lo que a cultura se refiere. El final del siglo XIX, con sus inestabilidades políticas, la pérdida de las últimas colonias americanas, las diversas crisis europeas del 48 y del 70, las guerras carlistas… crearon el ambiente propició en el que se gestó «la edad de plata de las letras españolas». Machado, Ganivet, Azorín, Maetzu, Baroja, Unamuno, comienzan a ocupar puestos de honor en la cultura española desde su ingente producción de obras literarias, periodísticas y poéticas.
Pero no sólo este lacónico esbozo puede ayudarnos a comprender mejor a nuestro personaje sino que debemos acercarnos también al ambiente eclesial en esta época. Es la hora de la restauración; tras la lamentable desamortización llevada a cabo por Mendizábal, la mayoría de las órdenes religiosas comienzan a retornar a España1, pero en determinados sectores ya no se las mira igual; en general, tampoco a la Iglesia. Se produce una escisión entre el mundo racionalista, e intelectual en general, y la posición de los creyentes, propiciada por la publicación en 1864 del Syllabus de Pio IX. En los ambientes universitarios y culturales se insiste en la autonomía de la razón frente a las «imposiciones» de la cultura institucional. Sin embargo, en muchos intelectuales de la época encontramos una gran preocupación por el problema de Dios (Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez2) que coincide con un alejamiento progresivo de la Iglesia católica. Son «la primera generación española que no sestea ya a la sombra de la Iglesia»3.
2.- Luis Mª Llop: acercamiento a una vida.
En medio de este fascinante ambiente (que no hemos podido ni siquiera apuntar) nace el 9 de Abril de 1874, Pascual Llop y Gaya, en Villarreal. Las biografías que se han publicado sobre él4 coinciden en señalar el profundo cristianismo que vivía su familia, del que dan testimonio los tres hijos que se dedicaron al servicio de Dios dentro de distintas órdenes religiosas (el P. Luis y su hermana en la orden carmelita y un hermano entre los hermanos de S. Juan de Dios). A los once años murió su madre y, posiblemente propiciado por este hecho, su padre le lleva al convento que los franciscanos tienen en Villarreal (del que su tío es guardián). Sin embargo, la vida del niño no iba por este camino; una enfermedad de la vista, a los tres años, le hace abandonar a los franciscanos e ingresa en el convento que los Carmelitas acaban de abrir en Onda.
Hace su profesión simple en 1890 y toma el nombre de Luis. Es ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1897 e inicia sus tareas en la Orden del Carmen que le conducirían a los conventos de Osuna, Sevilla y Jerez de la Frontera a la que llegaría a considerar su segunda patria. Desempeñó diversos servicios dentro de la Orden: maestro de novicios, prior, director de la revista «Santo Escapulario».
Sin embargo, la vida del P. Llop permanece asociada a dos grandes obras a las que supo dar lo mejor de sí: la fundación en 1904 en Osuna de la Revista «El Santo Escapulario» y la coronación canónica de Ntra. Señora del Carmen de Jerez de la Frontera.
En 1921 Luis Mª lanza la idea de la coronación canónica de la Virgen del Carmen de Jerez contando para propagarla con la buena plataforma que le proporcionó la Revista «El Santo Escapulario». Con su empuje y aliento promovió y llevó a efecto este acto. Fue el «promotor y alma» de la coronación, moviendo los hilos necesarios para conseguir la favorable disposición del General Primo de Rivera. La coronación tuvo lugar el 23 de Abril de 1925, acudiendo los reyes de España, Alfonso XIII y Dª Victoria, el nuncio de su santidad, diversos obispos y el dictador Primo de Rivera y el gobierno en pleno. En diversos ámbitos, esta actuación despertó críticas e infamias, pero él no cejó en su ilusión consciente de que constituía un testimonio del espíritu mariano de la Orden; fueron cuatro años de intensa predicación en torno a María.5
En Jerez permanece hasta 1937, fundando la asociación de «Caballeros de la Stma. Virgen del Carmen Coronada», hoy muy numerosa y floreciente. No debemos pasar de largo este hecho; más adelante veremos la preocupación del P. Llop por la cultura y el uso de las letras como forma de apostolado, sin embargo, esta tarea no fue un obstáculo para que utilizara como forma de evangelización, métodos que eran válidos en su tiempo pero dándoles toda su profundidad.
Sus últimos días los pasa el P. Llop en Lisboa, donde muere tras sufrir una caída el 20 de febrero de 1945. Por instancia de la asociación de «Caballeros de la Stma. Virgen del Carmen Coronada» sus restos fueron trasladados a Jerez en 1967, siendo depositados en la cripta de la Basílica.
3.-Apóstol de la Palabra.
Y oro y placeres y amores,
Dejados ya muy atrás,
Me gritan: ¿a dónde vas
Que desprecias nuestras flores?
Y yo, con infinito anhelo,
Y aligerando los pies,
Les respondo a todos tres:
Voy de paso…para el cielo.6
Llop pasó por la vida, intentado seguir a su Maestro, sacando lo mejor de la Palabra como forma de expresión y de apostolado. Gran predicador, recorrió Andalucía, Madrid, Valencia, Barcelona y Toledo, siendo sus palabras muy estimadas, al igual que su capacidad oratoria.
Sin embargo, será la Revista «Santo Escapulario», que él fundó en 1904, el gran ámbito de su labor apostólica. Bajo el pseudónimo de Azael o el de Angel de la Guarda, publica incesantemente cientos de artículos, poesías y ensayos que son traducidos a varios idiomas. Se mantuvo al frente de la publicación hasta 1937 en una época que no fue fácil: la quema de los conventos de Jerez, el asalto de la redacción de la Revista, fueron acontecimientos que él supo afrontar con grandeza de ánimo.
El P. Llop no se dedicó al periodismo político o a oponerse a uno u otro gobierno, como era frecuente en aquella época, sino que cultivó el género lírico, encontrando en él el mejor instrumento para el fin que perseguía: llevar a sus lectores a Dios. La tragedia divina, La Sangre de El, La hija de Belisario, El ídolo del Carmelo, Moisés, Tiaras heroicas, Noches de Otoño y el Hijo del divorcio son algunas de sus obras que más proyección alcanzaron.
No obstante, y junto a la habilidad técnica con la que el P. Llop elaboraba sus escritos, no debemos dejar de señalar el tono moralizante de sus obras (que hoy nos resulta muy chocante) ni caer en una sobre valoración de este personaje. Fue un hombre de su tiempo, pero que intentó usar los medios a su alcance para trasmitir su fe.
4.- Lo que podemos aprender del P. Llop.
En primer lugar, acabamos de ver la preocupación del P. Llop por el mundo de la cultura, tratando de sumergirse en ella para trasmitir valores cristianos a sus lectores. Ya desde la Constitución Gaudium et Spes del Vaticano II hasta nuestros días, la Iglesia está insistiendo en el valor de la cultura como medio evangelizador. Inculturación, cultura y evangelización, son hitos infranqueables de todo aquel que quiera emprender una tarea misionera. El breve repaso a la vida de este hermano nuestro, debería plantearnos el interrogante de cómo nos relacionamos con la cultura y cuáles son los medios que ésta nos brinda para dar testimonio de la fe.
Un segundo punto que nos gustaría señalar es que el P. Llop supo percibir la importancia que una revista podía llegar a alcanzar como forma de transmisión de un mensaje y de cohesión de sus lectores. Hoy, los medios de los que disponemos son más avanzados y asequibles que los de aquella época; por ello, teniendo en cuenta el ambiente en que nos movemos, los cristianos debemos dejar oír nuestra voz. En medio de una sociedad que se declara tolerante, parece que a los cristianos nos está vedado el derecho a expresar nuestras opiniones, tildándolas de beatas o desfasadas. Nosotros, como toda persona, debemos expresarnos, pero sabiendo que el mensaje que llevamos es una Buena Noticia de Liberación (que inevitablemente llevará un matiz de denuncia).Y para ello debemos buscar en los medios de comunicación un instrumento válido para la trasmisión de ese mensaje y para unirnos como familia religiosa.
En último lugar, una constante en la vida de nuestro personaje fue su amor a la Iglesia y a la Orden y ello a pesar de que en su vida no faltaron incomprensiones en ambos ambientes. Sin embargo, nunca perdió de vista que era la Iglesia, desde el carisma carmelita, el camino que debía seguir para poder llegar al encuentro con Dios. En nuestros días parece que se va derrumbando el sentido eclesial; en ocasiones, vivimos una fe individual o centrada exclusivamente en determinados grupos o instituciones.
Como verdaderos cristianos debemos redescubrirnos en el seno de la Iglesia, no sólo sociológicamente sino también sacramentalmente, litúrgicamente, vivencialmente.
La breve presentación que acabamos de hacer ha sido un intento de acercarnos a un personaje de la Orden Carmelita que intentó vivir su fe en consonancia con el tiempo histórico que le tocó vivir. Ojalá nosotros crezcamos en la fe, siendo significativos para el mundo y para la cultura de nuestro tiempo.
A. Fernández.
1 Cfr.I. MARTÍNEZ CARRETERO. Exclaustración y Restauración del Carmen en España (1771-1910).Roma 1996
2 A. BLANCH. «Dios en la generación del 98 (Machado, J.R. Jiménez y Unamuno)» en el Pliego de Vida Nueva nº2140 (1998)
3 GONZÁLEZ RUIZ, J.M. La teología de Antonio Machado (Santander 1989) 119.
4 Entre otras podemos citar: J. FERNÁNDEZ MARTÍN. Biografía del M.R.P. fray Luis Mª Llop y Gaya y de los primeros restauradores del Carmelo andaluz y la biografía que se incluye en la Antología de su obra realizada en Villarreal en 1986.
5 Para conocer mejor este periodo puede consultarse M. BARBERO MORENO, La imagen de la Virgen del Carmen Coronada de Jerez y su Basílica (Jerez 1999) 61-104.
6 L.M. LLOP. Antología de Azael (Villarreal 1986)29.