Tiempo ordinario
1) Oración
Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y reina contigo.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 4,35-41
Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla.» Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy describe la borrasca en el lago y Jesús que duerme en la barca. A veces nuestras comunidades se sienten como un barquito perdido en el mar de la vida, sin mucha esperanza de poder llegar al puerto. Jesús parece estar durmiendo en nuestra barca, pues no aparece ningún poder divino para salvarnos de las dificultades y de la persecución. En vista de esta situación de desesperación, Marcos recoge diversos episodios que revelan como Jesús está presente en medio de la comunidad. En las parábolas se revela el misterio del Reino presente en las cosa de la vida (Mc 4,1-34). Ahora comienza a revelar el misterio del Reino presente en el poder que Jesús ejerce a favor de los discípulos, a favor de la gente y, sobretodo, a favor de los excluidos y marginados. Jesús vence el mar, símbolo del caos (Mc 4,35-41). ¡En él actúa un poder creador! Jesús vence y expulsa al demonio (Mc 5,1-20). En él actúa ¡el poder de la vida! ¡Es el Jesús vencedor! Las comunidades no tienen que temer (Mc 5,21-43). Es éste el motivo del pasaje de la borrasca aplacada que meditamos en el evangelio de hoy.
• Marcos 4,35-36: El punto de partida: “Vamos para el otro lado”. Fue un día pesado, de mucho trabajo. Terminado el discurso de las parábolas (Mc 4,1-34), Jesús dice: “¡Pasemos a la otra orilla!” Le llevan en la barca, como estaba, la barca de donde había hecho el discurso de las parábolas. De tan cansado que estaba, Jesús se pone a dormir sobre un cabezal. Este es el cuadro inicial que Marcos nos pinta. Un cuadro bonito, y bien humano.
• Marcos 4,37-38: La situación desesperada: “¿No te importa que perezcamos?” El lago de Galilea está rodeado de montañas. A veces, por entre las hendiduras de las rocas, el viento cae encima del lago y provoca repentinas tempestades. Viento fuerte, mar agitado, ¡barca llena de agua! Los discípulos eran pescadores experimentados. Si piensan que se van a hundir, entonces la situación es ¡realmente peligrosa! Jesús ni siquiera se despierta, sigue durmiendo. Este sueño profundo no es sólo señal de un gran cansancio. Es también expresión de confianza tranquila que tiene en Dios. El contraste entre la actitud de Jesús y los discípulos ¡es grande!
• Marcos 4,39-40: La reacción de Jesús: “¿Cómo no tenéis fe?” Jesús se despierta, no por causa de las olas, sino por causa del grito desesperado de los discípulos. Primero, se dirige al mar y dice: “¡Calla, enmudece!” Y luego el mar se aplaca. Enseguida se dirige a los discípulos y dice: “¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?” La impresión que se tiene es que no es preciso aplacar el mar, pues no había ningún peligro. Es como cuando uno llega a una casa y el perro, al lado del dueño, empieza a ladrar. No hay que tener miedo porque está el dueño que controla la situación. El episodio de la tempestad calmada evoca el éxodo, cuando la gente, sin miedo, pasaba en medio de las aguas del mar (Ex 14,22). Evoca al profeta Isaías que decía a la gente: “¡Si atraviesas las aguas, yo estaré contigo!” (Is 43,2) Jesús rehace el éxodo y realiza la profecía anunciada por el Salmo 107(106),25-30.
• Marcos 4,41: El no saber de los discípulos: “¿Quién es éste hombre?” Jesús aplaca el mar y dice: “¿Cómo es que no tenéis fe?” Los discípulos no saben qué responder y se preguntan: “¿Quién es éste que hasta el mar y el viento le obedecen?” ¡Jesús parece un extraño para ellos! A pesar de haber estado tanto tiempo con él, no saben bien quién es. ¿Quién es este hombre? Con esta pregunta en la cabeza, las comunidades siguen la lectura del evangelio. Y hasta hoy, es ésta la misma pregunta que nos lleva a continuar la lectura de los Evangelios. Es el deseo de conocer siempre y mejor el significado de Jesús para nuestra vida.
• ¿Quién es Jesús? Marcos comienza su evangelio diciendo: “Inicio de la Buena Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1). Al final, en la hora de la muerte, un soldado pagano declara: “Verdaderamente, ¡este hombre era Hijo de Dios!” (Mc 15,39) Al comienzo y al final del Evangelio, Jesús es llamado Hijo de Dios. Entre el comienzo y el fin, aparecen muchos otros nombres de Jesús. He aquí la lista: Mesías o Cristo (Mc 1,1; 8,29; 14,61; 15,32); Señor (Mc 1,3; 5,19; 11,3); Hijo amado (Mc 1,11; 9,7); Santo de Dios (Mc 1,24); Nazareno (Mc 1,24; 10,47; 14,67; 16,6); Hijo del Hombre (Mc 2,10.28; 8,31.38; 9,9.12.31; 10,33.45; 13,26; 14,21.21.41.62); Novio (Mc 2,19); Hijo de Dios (Mc 3,11); Hijo del Dios altísimo (Mc 5,7); Carpintero (Mc 6,3); Hijo de María (Mc 6,3); Profeta (Mc 6,4.15; 8,28); Maestro (frecuente); Hijo de David (Mc 10,47.48; 12,35-37); Bendito (Mc 11,9); Hijo (Mc 13,32); Pastor (Mc 14,27); Hijo del Dios bendito (Mc 14, 61); Rey de los judíos (Mc 15,2.9.18.26); Rey de Israel (Mc 15,32).
Cada nombre, título o atributo es un intento de expresar lo que Jesús significaba para las personas. Pero un nombre, por más bonito que sea, nunca llega a revelar el misterio de una persona, mucho menos de la persona de Jesús. Además de esto, algunos de estos nombres dados a Jesús, inclusive los más importantes y los más tradicionales, son cuestionados y puestos en duda por el Evangelio de Marcos. Así que, en la medida en que avanzamos en la lectura del evangelio, Marcos nos obliga a revisar nuestras ideas y a preguntarnos, cada vez de nuevo: “En definitiva, ¿quién es Jesús para mí, para nosotros?” Cuanto más se avanza en la lectura de Marcos, tanto más se quiebran los títulos y los criterios. Jesús no cabe en ninguno de estos nombres, en ningún esquema, en ningún título. ¡El es el mayor! Poco a poco el lector, la lectora se rinde y desiste de querer enmarcar a Jesús en un concepto conocido o en una idea hecha de antemano, y lo acepta así como se presenta. El amor seduce, la cabeza, ¡no!
4) Para la reflexión personal
• Las aguas del mar de la vida, ¿te han amenazado alguna vez? ¿Qué te salvó?
• ¿Cuál era el mar agitado en el tiempo de Jesús? ¿Cuál era el mar agitado en la época en que Marcos escribió el evangelio? ¿Cuál es, hoy, el mar agitado para nosotros?
5) Oración final
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
renueva en mi interior un espíritu firme;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu. (Sal 51,12-13)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)