Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio
Del Evangelio según Juan 10,11-18
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la parábola del Buen Pastor que es la continuación del evangelio de ayer (domingo). Es difícil elegir entre uno y otro. Por ello, preferimos comentar brevemente los dos (Jn 10,1-18). El discurso sobre el Buen Pastor trae tres comparaciones enlazadas entre sí:
1ª comparación: Jesús habla del pastor y de los ladrones (Jn 10,1-5)
2ª comparación: Jesús es la puerta de las ovejas (Jn 10,6-10)
3ª comparación: Jesús es el Buen Pastor (Jn 10,11-18)
• Juan 10,1-5: 1ª comparación: entrar por la puerta y no por otro lugar. Jesús inicia el discurso con la comparación de la puerta: «Quien no entra por la puerta sino por cualquier otra parte es un ladrón y un salteador. Quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas.» En aquel tiempo, los pastores cuidaban del rebaño durante el día. Cuando llegaba la noche, llevaban las ovejas a un gran redil o corral comunitario, bien protegido contra ladrones y lobos. Todos los pastores de una misma región llevaban allí su rebaño. Un portero o guardián se ocupaba de todas las ovejas durante la noche. Al día siguiente, pronto por la mañana, el pastor llegaba, batía palmadas contra la puerta del redil y el guardián abría. El pastor entraba y llamaba a las ovejas por su nombre. Las ovejas reconocían la voz de su pastor, se levantaban y salían detrás de él para pastear. Las ovejas de los otros pastores oían la voz, pero no se movían, porque era una voz extraña para ellas. De vez en cuando, aparecía el peligro del asalto. Los ladrones entraban por un atajo o derribaban la valla del redil, hecha de piedras amontonadas, para robar las ovejas. Ellos no entraban por la puerta, pues estaba allí el guardián que las custodiaba.
• Juan 10,6-10: 2ª comparación: Jesús es la puerta. Los oyentes, los fariseos (Jn 9,40-41), no entendían lo que significaba «entrar por la puerta». Jesús entonces concluye: «Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes son ladrones y malhechores». ¿De quién está hablando Jesús en esta frase tan dura? Probablemente, se refería a los líderes religiosos que arrastraban a la gente detrás de sí y que, sin embargo, no respondían a las esperanzas de la gente. No estaban interesados en el bien del pueblo, pero sí en un su propio bolso y en sus intereses. Engañaban a la gente, y la dejaban sin un duro. Entrar por la puerta es lo mismo que actuar como actuaba Jesús. El criterio básico para discernir quién es pastor y quién es asaltante, es la defensa de la vida de las ovejas. Jesús pide al pueblo que no siga a las personas que se presentan como pastor, pero que no buscan la vida de la gente. Y aquí dice la frase que seguimos cantando hasta hoy: «He venido para que todos tengan vida, y ¡para que la tengan en abundancia!» ¡Este es el criterio!
• Juan 10,11-15: 3ª comparación: Jesús es el buen pastor. Jesús cambia la comparación. Antes, él era la puerta de las ovejas. Ahora es el pastor de las ovejas. Todo el mundo sabía lo que era un pastor y como vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, sino que es un ¡buen pastor! La imagen del buen pastor viene del AT. Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquel que viene a realizar las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Podemos leer, por ejemplo, la bellísima profecía de Ezequiel (Ez 34,11-16). Hay dos puntos en los que Jesús insiste: (a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da la vida por las ovejas. (b) En el mutuo reconocimiento entre pastor y ovejas: el Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen el pastor. Jesús dice que en la gente hay una percepción para saber quién es el buen pastor. Era esto que los fariseos no aceptaban. Ellos despreciaban las ovejas y las llamaban ‘pueblo maldito e ignorante’ (Jn 7,49; 9,34). Pensaban tener la justa mirada para discernir las cosas de Dios. En realidad estaban ciegos. El discurso sobre el Buen Pastor enseña dos reglas para poder curar este tipo bastante frecuente de ceguera: (i) Prestar mucha atención a la reacción de las ovejas, pues ellas reconocen la voz del pastor. (ii) Prestar mucha atención a la actitud de aquel que se dice pastor para ver si le interesa verdaderamente la vida de las ovejas, sí o no, y si es capaz de dar la vida por las ovejas.
• Juan 10,16-18: La meta a la que Jesús quiere llegar: un solo rebaño y un solo pastor. Jesús abre el horizonte y dice que hay otras ovejas que no son de este redil. Y ellas no oyeron la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta de que él es el pastor y le seguirán. Es la dimensión ecuménica universal.
4) Para la reflexión personal
• Pastor-Pastoral. La pastoral en mi parroquia ¿imita la misión de Jesús – Pastor? Y en mi acción pastoral, ¿cuál es mi actitud? ¿Soy pastor como Jesús?
• ¿Has tenido ya la experiencia de haber sido engañado por un falso pastor? ¿Cómo procurar superarlo?
5) Oración final
Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios? (Sal 42,2-3)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)