Domingo, 14 Junio , 2020
Jesús el Pan de la Vida. “¡Quien come de este pan vivirá eternamente!
Juan 6,51-58
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
Con ocasión de la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, hacemos nuestra meditación sobre la parte final del discurso del Pan de Vida. Mediante este discurso, el evangelio de Juan nos ayuda a comprender el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. En el transcurso de la lectura, tratemos de estar atentos a las palabras de Jesús que ayudan a la gente a entender el signo del Pan de Vida
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Juan 6,51: La afirmación inicial que resume todo
Juan 6,52: La reacción contraria de los Judíos
Juan 6,53-54: La respuesta de Jesús reafirmando cuanto ha dicho antes
Juan 6,55-58: Jesús saca las conclusiones para la vida
c) El Texto:
51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» 52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué parte del texto ha atraído mayormente mi atención? ¿Por qué?
b) ¿Cuántas veces, en el texto, se usa la palabra vida y qué dice de la vida?
c) Jesús dice: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo” ¿Qué significa esto? Busca una respuesta en el texto
d) ¿Qué nos dice este texto sobre la persona de Jesús: Títulos, funciones, etc.?
e) ¿En qué modo este texto nos ayuda a entender mejor el significado de la Eucaristía?
5. Para aquéllos que desean profundizar el discurso del Pan de Vida
a) Contexto en el cuál nuestro texto se coloca en el discurso del Pan de Vida:
El discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71) es una secuencia de siete breves diálogos entre Jesús y las personas que se encuentran con Él después de la multiplicación de los panes. Jesús trata de abrir los ojos de la gente, haciéndoles entender que no basta luchar por el pan material. La lucha cotidiana por el pan material no llega a la raíz, si no va acompañada de una mística. ¡No sólo de pan vive el hombre! (Dt 8,3). Los siete breves diálogos son una catequesis muy bella que explica a la gente el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. A lo largo de todo el diálogo aparecen las exigencias que el vivir desde la fe en Jesús traza para nuestra vida. La gente reacciona. Queda asombrada por las palabras de Jesús. Pero Jesús no cede, no cambia sus exigencias. Por esto, muchos lo abandonan. Hoy sucede también la misma cosa: cuando el evangelio comienza a ser un serio compromiso, mucha gente lo abandona. En la medida en que el discurso de Jesús avanza, menos gente va quedando a su alrededor. Al final quedan solo los doce y Jesús ¡ni siquiera puede confiar en ellos!
He aquí la secuencia de los siete diálogos que componen el discurso del Pan de Vida:
Juan 6,22-27:
1º Diálogo: La gente busca a Jesús porque quiere más pan
Juan 6,28-33:
2º Diálogo: Jesús pide a la gente trabajar por el verdadero pan
Juan 6,34-40:
3º Diálogo: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios
Juan 6,41-51:
4º Diálogo: Quien se abre a Dios acepta a Jesús y su propuesta
Juan 6,52-58:
5º Diálogo: Carne y sangre. Expresión de la vida y del don total
Juan 6,59-66:
6º Diálogo: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras
Juan 6,67-71:
7º Diálogo: Confesión de Pedro
b) Comentario sobre los siete diálogos que componen el discurso del Pan de Vida:
El año 2005 es el año de la Eucaristía. Por esto, en vez de comentar solamente los ocho versículos del Evangelio de este domingo (Jn 6,51-58), se ha pensado dar una clave general para entender los siete breves diálogos que componen todo el discurso. Una visión global del conjunto ayudará a entender mejor el significado y la portada de los ocho versículos del texto litúrgico de este día del Corpus Christi
1° Diálogo – Juan 6,22-27: La gente busca a Jesús porque quiere más pan
22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. 23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. 24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» 26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»
La gente ve el milagro, pero no entiende que se trata de un signo de algo más grande y más profundo. Se queda en la superficie del hecho, en la distribución del pan. Busca el pan de vida, pero sólo para el cuerpo. Según la gente, Jesús hace algo que ya Moisés había hecho en el pasado. Dar alimento a todos. Y la gente quería que el pasado se repitiese. Pero Jesús pide a la gente dar un paso más. No fatigarse por el pan que perece, sino procurarse el pan que no perece. Este nuevo alimento que no perece da la vida que dura para siempre.
2º Diálogo – Juan 6,28-33: Jesús pide a la gente trabajar por el pan verdadero
28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» 29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» 30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué signo haces para que viéndolo creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.» 32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»
La gente pide: ¿Qué se debe hacer para realizar la obra de Dios? Y Jesús responde: ¡Creer en el enviado de Dios! O sea, creer en Jesús. Y la gente reacciona: Danos una señal para entender que verdaderamente eres el enviado de Dios. ¡Nuestros padres comieron el maná que se les dio por medio de Moisés! Según la gente, Moisés continúa siendo el gran jefe a quien creer. Si Jesús quiere que la gente crea en Él debe realizar un signo más grande del que realizó Moisés. Jesús responde que no es el pan dado por Moisés el verdadero pan, porque no garantizaba la vida de nadie. Todos murieron en el desierto. El pan verdadero de Dios es aquél que vence la muerte y da la vida. Jesús trata de ayudar a la gente a liberarse de los esquemas del pasado. Para Jesús, la fidelidad al pasado no significa encerrarse a las cosas del pasado y rechazar toda renovación. La fidelidad al pasado quiere decir aceptar lo que es nuevo, que es fruto de la semilla plantada en el pasado
3º Diálogo – Juan 6,34-40: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios
34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» 35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. 36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. 37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; 38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. 40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»
La gente pide: “¡Señor, danos siempre de este pan!” Pensaba que Jesús estuviese hablando de un pan especial. Entonces, Jesús responde claramente: “¡Yo soy el pan de vida!” Comer el pan del cielo es lo mismo que creer en Jesús y aceptar el camino que Él ha enseñado, o sea: “¡Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre que está en el cielo!” (Jn 4,34) Este es el verdadero alimento que sostiene a la persona, que nos da por siempre una vida nueva. ¡Es semilla con garantía de resurrección!.
4º Diálogo – Juan 6,41-51: Quien se abre a Dios, acepta a Jesús y su propuesta
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
El discurso se hace cada vez más exigente. Ahora son los judíos. O sea, los jefes del pueblo, los que murmuran: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos el padre y la madre? ¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?” Ellos se creían capaces de conocer y reconocer las cosas que vienen de Dios. Pero se equivocaban. Si estuviesen abiertos verdaderamente a las cosas de Dios , sentirían en sí el impulso de Dios que los atrae a Jesús y reconocerían que Jesús viene de Dios (Jn 6,45). En la celebración de la Pascua, los judíos recordaban el pan del desierto. Jesús les ayuda a dar un paso adelante. ¡Quien celebra la Pascua recordando sólo el pan que los padres comieron en el desierto, morirá como todos ellos! El verdadero sentido de la Pascua no es el de recordar el maná que en el pasado cayó del cielo, sino aceptar a Jesús Pan de Vida, que ha bajado del cielo y seguir el camino trazado por Él. No quiere decir comer la carne del cordero pascual, sino la carne de Jesús, que ha bajado del cielo ¡para dar la vida al mundo!
5º Diálogo – Juan 6,52-58: Carne y sangre: expresión de la vida y del total
52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. 55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. 58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
Los Judíos reaccionan: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Ellos no entendían estas palabras de Jesús, porque el respeto profundo a la vida exigía que desde los tiempos del Antiguo Testamento estuviese prohibido comer sangre, porque la sangre era señal de vida (Dt 12,16.23; At 15.29). Además estaba cerca la Pascua y dentro de pocos días todos habrían comido la carne y la sangre del cordero pascual en la celebración de la noche de Pascua. Tomaron literalmente la palabra de Jesús, por esto no entendían. Comer la carne de Jesús significaba aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, y que su sangre les hubiera liberado de la esclavitud. Beber la sangre de Jesús significaba asimilar la misma manera de vivir que ha tenido la vida de Jesús. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilando su vida, su entrega, su donación.
6º Diálogo – Juan 6,59-66: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras
59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaún. 60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?» 61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?… 63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. 64 «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. 65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
Aquí termina el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Muchos discípulos pensaban: “¡Jesús se está pasando. Está poniendo fin a la celebración de la Pascua. Está ocupando el puesto central de nuestra religión!” Por esto mucha gente se alejó de la comunidad y no seguía a Jesús. Jesús reacciona diciendo: “Es el espíritu el que da vida; la carne no sirve para nada; las palabras que os he dicho son espíritu y son vida”. No deberíamos tomar literalmente las cosas que dice. Sólo con la ayuda de la luz del Espíritu Santo es posible entender el sentido pleno de todo lo que Jesús dice (Jn 14,25-26; 16,12-13)
7º Diálogo – Juan 6,67-71: Confesión de Pedro
67 Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» 68 Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, 69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» 70 Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.» 71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.
Al final, quedaron sólo los doce. Jesús les dice: “¿También vosotros queréis marcharos?” Para Jesús lo importante no es el número de la gente que está a su alrededor. No cambia el discurso cuando éste no gusta. Jesús habla para revelar al Padre y no por dar gusto a nadie. Prefiere quedarse solo , más que ser acompañado de personas que no se comprometan con el proyecto del Padre. La respuesta de Pedro es bella: “¿A quien iremos? ¡ Tú sólo tienes palabras de vida eterna!” Aun sin entenderlo todo, Pedro acepta a Jesús y cree en Él. A pesar de todas su limitaciones, Pedro no es como Nicodemo que quería verlo todo claro, para confirmar sus propias ideas. Pero también entre los doce había algunos que no aceptaban la propuesta de Jesús.
c) Profundizando: Eucaristía y Nuevo Éxodo
Describiendo la multiplicación de los panes, Jesús que camina sobre las aguas y el discurso del Pan de Vida, el Evangelio de Juan sugiere un paralelo con el Éxodo Este paralelo enseña que mediante la Eucaristía se cumple un nuevo Éxodo. La Eucaristía nos ayuda a vivir en estado permanente de Éxodo:
i) La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)
Jesús tiene delante de sí una multitud hambrienta y el reto de dar pan a todos. También Moisés afrontó este reto a lo largo de la marcha del pueblo por el desierto (Ex 16,1-35; Num 11,18-23). Después de haber comido, la gente saciada reconoce en Jesús el nuevo Moisés, el “Profeta que debe venir al mundo” (Jn 6,14), según cuanto está anunciado en la Ley de la Alianza (Dt 18,15-22).
ii) Jesús camina sobre el mar (Jn 6,16-21)
En el Éxodo, el pueblo está en marcha para obtener la libertad y afronta y vence al mar (Ex 14,22). También Jesús, como Moisés, domina y vence al mar, impide que la barca de sus discípulos sea tragada por las aguas y hace que todos lleguen salvos a la otra orilla
iii) El discurso sobre el pan de vida
El discurso evoca el capítulo 16 del Éxodo donde se describe la historia del maná. Cuando Jesús habla de un”alimento que no perece” (Jn 6,27), está recordando el maná que perece y que cada vez sabe peor (Ex 16,20). Los judíos “murmurando” contra Jesús (Jn 6,41) hacen la misma cosa que los Israelitas en el desierto, que dudaban de la presencia de Dios con ellos a través de la caminata (Ex 16,2; 17,3; Num 11,1). Los Judíos dudaban de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret (Jn 6,42). Jesús es el verdadero maná que nos da la vida para siempre.
6. Salmo 85 (84)
La justicia y la paz se abrazan
Propicio has sido, Yahvé, con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
has quitado la culpa de tu pueblo,
has cubierto todos sus pecados,
has reprimido todo tu furor,
has desistido del ardor de tu cólera.
¡Restáuranos, Dios salvador nuestro,
cesa en tu irritación contra nosotros!
¿Estarás siempre airado con nosotros?
¿Prolongarás tu cólera de edad en edad?
¿No volverás a darnos vida
para que tu pueblo goce de ti?
¡Muéstranos tu amor, Yahvé,
danos tu salvación!
Escucharé lo que habla Dios.
Sí, Yahvé habla de futuro
para su pueblo y sus amigos,
que no recaerán en la torpeza.
Su salvación se acerca a sus adeptos,
y la Gloria morará en nuestra tierra.
Amor y Verdad se han dado cita,
Justicia y Paz se besan;
Verdad brota de la tierra,
Justicia se asoma desde el cielo.
Yahvé mismo dará prosperidad,
nuestra tierra dará su cosecha.
Justicia marchará ante él,
con sus pasos le abrirá camino.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)