A partir del Concilio Vaticano II, los Carmelitas han venido reflexionando hondamente sobre su propia identidad, sobre su carisma, sobre aquello que está a la base y constituye su proyecto de vida, a saber «vivir en obsequio de Jesucristo y servirlo fielmente con corazón puro y buena conciencia», buscando el rostro de Dios viviente (dimensión contemplativa), en la fraternidad y el servicio en medio del pueblo.
Los Carmelitas, conscientes de su pertenencia a la Iglesia y a la historia, viven en una fraternidad abierta a Dios y al hombre, capaces de escuchar y dar respuesta auténtica de vida evangélica en base a su propio carisma, empeñados en la construcción del Reino de Dios dondequiera se encuentren. De hecho, ellos están comprometidos con la evangelización en las casas de oración, en los centros de retiros espirituales, en las parroquias, en los santuarios marianos, en las escuelas y colegios, en las asociaciones religiosas; y con la Justicia y Paz en aquellos ambientes donde la dignidad humana todavía es pisoteada, entre los pobres, los marginados, los que sufren.
Actualmente los religiosos de la Orden Carmelita cuenta con un total de 2.000 religiosos aproximadamente repartidos en los cinco continentes.