I Domingo de Adviento
Estar siempre preparados Dios puede llegar en cualquier momento
Mateo 24, 37-44
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
En la liturgia del primer domingo de Adviento, la Iglesia nos pone delante una parte del discurso de Jesús sobre el fin del mundo. Adviento significa Venida. Es el tiempo de la preparación para la venida del Hijo del Hombre en nuestra vida. Jesús nos exhorta a estar vigilantes. Nos pide estar atentos a los sucesos para descubrir en ellos la hora de la venida del Hijo del Hombre.
En este principio del Adviento, es importante purificar la mirada y aprender de nuevo a leer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. Y esto, para no ser sorprendidos, porque Dios puede venir sin avisar, cuando menos lo esperamos. Para ilustrar cómo deberíamos estar atentos a los acontecimientos, Jesús se apoya en el episodio del diluvio en tiempos de Noé.
En el curso de la lectura del texto, prestaremos atención a las comparaciones de las que se sirve Jesús para trasmitir su mensaje.
b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 24, 37-39: La venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé
Mateo 24, 40-41: Jesús aplica la comparación a aquellos que lo escuchan
Mateo 24, 42: La conclusión: ¡Vigilad!
Mateo 24, 43-44: La comparación para recomendar la vigilancia
c) El texto:
³⁷«Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. ³⁸Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, ³⁹y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. ⁴⁰Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; ⁴¹dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. ⁴²«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. ⁴³Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. ⁴⁴Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
i) ¿Cuál es la parte del texto que te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
ii) ¿Dónde, cuándo y porqué Jesús ha pronunciado este discurso?
iii) ¿En qué consiste exactamente la vigilancia a la que nos exhorta Jesús?
iv) “Una persona será tomada y otra será dejada”. ¿Qué quiere enseñar Jesús con esta afirmación?
v) Al tiempo de Mateo, las comunidades cristianas esperaban la venida del Hijo del Hombre en cierto modo. Y hoy, ¿cuál es nuestro modo de esperar la venida de Jesús?
vi) ¿Cuál es, según tu parecer, el centro o la raíz de esta enseñanza de Jesús?
5. Para los que desean profundizar más en el tema
a) Contexto del discurso de Jesús: El Evangelio de Mateo:
En el Evangelio de Mateo hay cinco grandes discursos, como si fuesen una nueva edición de los cinco libros de la Ley de Moisés. El texto que meditamos en este domingo forma parte del quinto Discurso de esta Nueva Ley. Cada uno de los cuatro discursos precedentes ilumina un determinado aspecto del Reino de Dios anunciado por Jesús.
La espera de la venida del Hijo del Hombre:
Al final del primer siglo, las comunidades vivían en la espera de la venida inmediata de Jesús (1 Tes 5,1-11).
Basándose en algunas frases de Pablo (1 Tes 4,15-18) había personas que dejaron de trabajar pensando que Jesús estaba ya para llegar (2 Tes 2,1-2; 3,11-12). Ellos se preguntaban: Cuando venga Jesús ¿seremos levantados como Él al cielo? ¿Seremos tomados o dejados? (cfr Mt 24, 40-41). Había un clima semejante al de hoy, en el que muchos se preguntan: “Este terrorismo ¿es signo de que se acerca el fin del mundo? ¿Qué hacer para no ser sorprendidos?” Una respuesta a estas preguntas y preocupaciones nos vienen de las Palabras de Jesús, que Mateo nos transmite en el evangelio de este domingo.
b) Comentario del texto:
Mateo 24, 37-39: Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a los días del Diluvio
Mateo 24,40-41: Jesús aplica la comparación a los que escuchaban
Mateo 24,42: Jesús aporta la conclusión: ¡Vigilad!
Mateo 24, 43-44: Comparación: El Hijo del Hombre vendrá cuando menos se espera
c) Ampliando información para poder entender mejor el texto:
¿Cómo vigilar para prepararse?
La certeza que nos viene comunicada por Jesús
¿Cuándo vendrá el fin del mundo?
6. Oración: Salmo 46 (45)
“¡Dios está con nosotros! ¡No temamos!”
Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro en la angustia, siempre a punto.
Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes vacilan en el fondo del mar, aunque sus aguas bramen y se agiten, y su ímpetu sacuda las montañas.
¡Un río!
Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santifican la morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba.
Braman las naciones, tiemblan los reinos, lanza él su voz, la tierra se deshace. ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!
Venid a ver los prodigios de Yahvé, que llena la tierra de estupor.
Detiene las guerras por todo el orbe; quiebra el arco, rompe la lanza, prende fuego a los escudos. «Basta ya, sabed que soy Dios, excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso». ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)