XXXI Domingo del Tiempo Ordinario
Cuando las apariencias toman venganza sobre el amor
El mandamiento más grande: amar a Dios y al prójimo
Marcos 12,28-34
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
En el evangelio de este domingo uno de los doctores de la ley, responsable de la enseñanza religiosa, quiete saber de Jesús que es lo más importante en la religión. Algunos dicen que lo más importante es ser bautizado. Otros dicen que rezar. Otros que ir a Misa o participar en los actos de culto del domingo. Otros dice: ¡amar al prójimo! Otros se preocupan sólo de las apariencias o con encargos en la iglesia. Antes de leer la repuesta de Jesús, tú trata de mirarte a ti mismo y de preguntarte: Para mí, ¿qué es lo más importante en la religión y en la vida?” El texto describe la conversación de Jesús con el doctor de la Ley. Durante la lectura intenta poner atención a cuanto sigue: “ ¿En qué puntos Jesús elogia a los doctores de la ley, y en cuáles los critica?
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Marcos 12,28: La pregunta del doctor sobre el mandamiento más grande
Marcos 12,29-31: La respuesta de Jesús
Marcos 12,32-33: El doctor aprueba la respuesta de Jesús
Marcos 12,34: Jesús confirma al doctor.
c) El texto:
²⁸Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» ²⁹Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, ³⁰y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. ³¹El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» ³²Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, ³³y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» ³⁴Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
b) ¿Qué ha criticado Jesús en el doctor de la ley y qué ha elogiado?
c) Según los versículos 29 y 30 ¿cómo debe ser nuestro amor a Dios? En estos versículos ¿qué significan: corazón, mente, fuerza? Todas estas palabras ¿indican, quizás, lo mismo?
d) ¿Qué relación existe entre el primero y el segundo mandamiento? ¿Por qué?
e) ¿Estamos nosotros hoy más lejos o más cerca de cuanto estuviera el doctor que fue elogiado por Jesús? ¿Qué dices a esto?
5. Para aquéllos que quisieran profundizar más en el tema
a) Contexto:
i) Al comienzo de la actividad misionera de Jesús, los doctores de Jerusalén habían ido hasta Galilea para observarlo (Mc 3,22; 7,1). Incomodados por la predicación de Jesús habían aceptado ya la calumnia según la cual era un poseído del demonio (Mc 3,22). Ahora, en Jerusalén, comienzan de nuevo a discutir con Jesús
ii) En los años setenta, época en la que Marcos escribe su evangelio, los cambios y persecuciones eran muchos y por esto, la vida de las comunidades cristianas estaba señalada por la inseguridad. En los tiempos de cambio e inseguridad existe siempre el riesgo o la tentación de buscar nuestra seguridad, no en la bondad de Dios con nosotros, sino en la observancia rigurosa de la ley. De frente a esta mentalidad, Jesús insiste en la práctica del amor que relativiza la observancia de la ley dándole su verdadero significado.
b) Comentario del texto:
Marcos 12,28: La pregunta del doctor de la Ley
Marcos 12,29-31: La respuesta de Jesús.
Marcos 12,32-33: La respuesta del doctor de la ley
Marcos 12,34: El tema del Reino
Marcos 12,35-37: Jesús critica la enseñanza de los doctores de la Ley sobre el Mesías
Marcos 12,38-40: Jesús critica a los doctores de la Ley
c) Ampliando conocimientos:
El mandamiento más grande
El más grande y primer mandamiento es y será siempre” amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente, y con toda la propia fuerza” (Mc 12,30). En la medida en que el pueblo de Dios, a lo largo de los siglos, ha profundizado el significado del amor de Dios, se ha dado cuenta que el amor hacia Dios será siempre real y verdadero, sólo si se hace concreto en el amor hacia el prójimo. Por esto, el segundo mandamiento, que manda el amor al prójimo, es semejante al primer mandamiento del amor de Dios (Mt 22,39; Mc 12,31). “Si uno dice: amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso” (1 Jn 4,20). ”Toda la ley y los profetas dependen de estos dos mandamientos” (Mt 22,40). Al principio no estaba muy clara la portada de las exigencias del amor al prójimo. Sobre este punto ha habido una evolución en tres etapas a lo largo de la historia del pueblo de Dios:
1ª Etapa: “Prójimo” es el pariente de la misma raza
2ª Etapa: “Prójimo es aquél que me está vecino”
3ª Etapa: La medida del amor al prójimo es amar como Jesús nos ha amado
6. Orar con el salmo 46 (45)
¡Dios, revelado en Jesús, es nuestra fuerza!
Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro en la angustia, siempre a punto. Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes vacilan en el fondo del mar, aunque sus aguas bramen y se agiten, y su ímpetu sacuda las montañas.
¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santifican la morada del Altísimo. Dios está en medio de ella, no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba. Braman las naciones, tiemblan los reinos, lanza él su voz, la tierra se deshace.
¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob! Venid a ver los prodigios de Yahvé, que llena la tierra de estupor.
Detiene las guerras por todo el orbe; quiebra el arco, rompe la lanza, prende fuego a los escudos. «Basta ya, sabed que soy Dios, excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)