III Domingo De Adviento «Gaudete»
Juan Bautista señala a Jesús como Mesías
Humildad es saberse situar en el terreno de la propia identidad
Juan 1,6-8.19-28
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:
La liturgia de este tercer domingo de Adviento nos coloca delante de los ojos la figura de Juan el Bautista y describe el lugar que él ocupa en el plan de Dios. Así, nos ayuda a encontrar nuestro lugar y nos prepara para la fiesta de Navidad. Juan el Bautista fue grande, muy grande. Fue un profeta con muchos discípulos y un protagonismo popular. Jesús lo definió como el más grande entre los nacidos de mujer. Y no obstante, según Jesús, el más pequeño en el Reino es más grande que Juan. (Mt 11,11). Juan sabía esto. Alabado por los otros, no se alababa por cuenta propia. Después que Jesús comenzó a anunciar el Reino de Dios, él supo cederle el puesto. Sus discípulos, al contrario, no tuvieron su grandeza de alma. Se sintieron envidiosos. Juan les ayudó a superar el problema. De hecho no es fácil ceder el puesto y la guía a otros y colaborar con ellos para que puedan realizar su propia misión.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Jn 1,6-8: El puesto de Juan dentro del plan de Dios: dar testimonio de la luz
Jn 1,19-21: El testimonio negativo de Juan sobre sí mismo: él no es lo que los demás piensan de él.
Jn 1,22-24: El testimonio positivo de Juan sobre sí mismo: él prepara el camino del Señor
Jn 1, 25-28: El significado del bautismo de Juan: prepara la venida de Alguien más grande que vendrá después.
c) El texto:
6-8: Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 19-21: Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?» Él confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.» Y le preguntaron: «¿Qué pues?; ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy».» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.» 22-24: Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Dijo él: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Habían sido enviados por los fariseos. 25-28: Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.» Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué punto te ha llamado más la atención y te ha gustado más en la conducta de Juan Bautista?
b) Tres veces se define Juan Bautista con definiciones negativas: no soy el Mesías, no soy Elías, no soy el Profeta. Estas tres negaciones ¿qué afirman sobre la persona de Juan?
c) Usando una frase del Antiguo Testamento para decir lo que él es, Juan desvía la atención de sí mismo sobre Jesús. ¿Qué nos dice esto acerca de Juan y de Jesús?
d) ¿Qué afirma Juan sobre el bautismo? ¿Cómo se distingue el bautismo de Juan del bautismo de Jesús?
e) ¿Por qué Jesús nunca dice que Juan es el más grande, sino que el más pequeño del Reino es más grande que él?
f) ¿Cómo puede todo esto ayudarnos a celebrar la Navidad?
5. Una clave de lectura
para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
El Evangelio de Juan fue escrito al final del primer siglo. En aquel tiempo, tanto en Palestina como en toda el Asia Menor, dondequiera que hubiese una comunidad de judíos, había también personas que habían tenido contacto con Juan el Bautista o que habían sido bautizados por él (At 19,3). Visto desde fuera, el movimiento era muy semejante al de Jesús. Los dos anunciaban la llegada del reino (Mt 3,1-2) y ambos exigían la conversión (Mt 4,17). Podría haber habido una cierta similitud entre los seguidores de Juan y los de Jesús. Por esto la respuesta de Juan respecto a Jesús valía no sólo para los enviados de los sacerdotes y los fariseos del tiempo de Jesús, sino también para las comunidades cristianas del final del primer siglo. De hecho, todos los cuatro evangelistas se preocupan de referir las palabras de Juan Bautista que afirma que él no es el Mesías (Mt 3,3.11; Mc 1,2.7; Lc 3,4.16; Jn 1,19-23.30; 3,28-30).
Comentario a los testimonios de Juan
El Prólogo del cuarto Evangelio afirma que la Palabra viva de Dios está presente en todas las cosas y brilla en las tinieblas como una luz para cada hombre. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen (Jn 1,15). Ninguno consigue esconderla, porque no podemos vivir sin Dios por mucho tiempo. La búsqueda de Dios, siempre de nuevo, renace en el corazón humano. Juan Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la Palabra de Dios en la vida. Su testimonio fue tan importante, que muchas gentes pensaban que él era el Cristo (Mesías) (At 19,3; Jn 1,20). Por esto el Prólogo aclara: “Juan no era la luz. Vino para dar testimonio de la Luz”
Los judíos envían sacerdotes y fariseos para saber quién es este Juan que bautizaba al pueblo en el desierto y que atraía a tantas gentes de todas partes. Y enviaron para preguntarle: “¿Quién eres?” La respuesta de Juan es curiosa. En vez de decir quién es, responde lo que no es:” ¡No soy el Mesías!” Añade después otras dos respuestas negativas: él no es ni Elías, ni el Profeta. Se trata de aspectos diferentes de la misma esperanza mesiánica. En los tiempos mesiánicos, Elías debería volver para llevar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. O sea, habría regresado para restaurar la convivencia humana (Ml 3,23-24; Si 48,10). El profeta anunciado para llevar en el futuro a buen término la obra iniciada por Moisés, era visto por el pueblo como el Mesías esperado (DT 18,15). Juan rechaza estos títulos mesiánicos, porque no era él el Mesías. Sin embargo, más adelante, será el mismo Jesús quien diga que Juan era Elías (Mt 17,12-13) ¿Cómo explicar esta afirmación? El hecho es que existían muchas versiones sobre la misión de Elías. Algunos decían que el Mesías sería como un nuevo Elías. En este sentido Juan no era Elías. Otros decían que la misión de Elías era sólo la de preparar la venida del Mesías. En este sentido Juan era Elías. En este diálogo entre Juan y los fariseos y sacerdotes aparece la catequesis de las comunidades del final del primer siglo. Las preguntas de los fariseos y sacerdotes sobre el significado de Juan Bautista dentro del plan de Dios eran también las preguntas de las comunidades. Así, las respuestas de Jesús, recogidas por el evangelista, servían también para las comunidades.
“Pues ¿por qué bautizas sino eres el Mesías ni Elías ni el profeta?” Los enviados de los sacerdotes y fariseos querían una respuesta clara, porque debían dar cuenta a los que les habían encargado interrogar a Juan. Para ellos no bastaba saber lo que Juan no era. Querían saber quién es él y que cosa significa dentro del plan de Dios. La respuesta de Juan es una frase tomada del profeta Isaías, frase muy usada, que aparece en los cuatro evangelios: “Soy la voz del que clama en el desierto. Enderezad los caminos del Señor” (Mt 3,3; Mc 1,3; Lc 3,4; Jn 1,23). En este uso del Antiguo Testamento aparece la mística que animaba la lectura que los primeros cristianos hacían de la Sagrada Escritura. Ellos buscaban dentro de las palabras, no tanto los argumentos para probar afirmaciones, sino mucho más para verbalizar y aclarar para ellos mismos y para los otros la novedad de la experiencia que tenían de Dios en Jesús (cfr Tim 3, 15-17).
En las comunidades cristianas del final del siglo primero había personas que conocían sólo el bautismo de Juan (At 18,25; 19,3). Entrando en contacto con otros cristianos que habían sido bautizados en el bautismo de Jesús, ellos querían saber cuál era el significado del bautismo de Juan. En aquel tiempo existían muchas clases de bautismos. El bautismo era una forma con la cual la persona se comprometía con un determinado mensaje. Quien aceptaba el mensaje estaba invitado a confirmar su decisión a través de un bautismo (ablución, purificación o baño). Por ejemplo, con el bautismo de Juan la persona se vinculaba al mensaje anunciado por Juan. Con el bautismo de Jesús, la persona se vinculaba con el mensaje de Jesús que les comunicaba el don del Espíritu (At 10,44-48; 19,5-6). En medio de vosotros está uno a quien no conocéis. Esta afirmación de Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. En el tiempo en el que Juan escribía su evangelio, Jesús seguía estando presente en las comunidades y en las personas, sobre todo en los pobres con los cuales se identificaba. Hoy Él está en medio de nosotros y también hoy, muchas veces, nosotros no lo conocemos.
Ampliando las informaciones del evangelio de Juan sobre Juan Bautista
Juan Bautista provocó un movimiento popular muy grande. El mismo Jesús se adhirió a su movimiento y se hizo bautizar por él en el río Jordán. También después de la muerte, Juan Bautista seguía ejercitando una gran atracción e influencia, tanto entre los judíos como entre los cristianos que provenían del judaísmo (At 19,1-7). Las informaciones sobre Juan Bautista conservadas en el cuarto evangelio (Jn 1,6-8;.15. 19-36; Jn 3,22-30), son las siguientes: 1) Juan viene para dar testimonio de la luz (1,6-8). 2) Jesús viene después de Juan y también es discípulo de Juan. No obstante esto, Él es más importante que Juan, porque existía antes que Juan: “El que viene detrás de mí, ha pasado delante de mí, porque era primero que yo” (Jn 1,15-30). Jesús es la Palabra creadora que estaba junto al Padre desde la creación (Jn 1,3. 3). Juan confesó abiertamente: “Yo no soy el Cristo. No soy Elías. No soy el profeta que espera el pueblo. Soy sólo uno que clama en el desierto, enderezad el camino del Señor (Jn 1,19-23). 4) De frente a Jesús, Juan se considera indigno de desatar la correa de su zapato y dice: “Él debe crecer y yo disminuir” (Jn 1,27; 3,30). 5) Con respecto a Jesús él declaró al pueblo: “He visto descender el Espíritu Santo del cielo como una paloma y posarse sobre Él: Ese es el que bautiza en el Espíritu Santo” (Jn 1,32-33). 6) Juan señala a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1,29-36), el amado de Dios (Jn 1,34).
En el Evangelio de Juan, se narran con muchos detalles varios encuentros que Jesús tuvo con las personas a lo largo de toda su vida itinerante por la Palestina con los primeros discípulos (Jn 1,35-51), con Nicodemos (Jn 3,1-13); 4,14; 7,50-52; 19,39), con Juan Bautista (Jn 3, 22-36), con la samaritana (Jn 4,1-42), con el paralítico (Jn 1-18), con la mujer que estaba ya para ser apedreada (Jn 8,1-11), con Marta y María (Jn 11,17-37). Estos y otros encuentros son como los cuadros, colocados sobre la pared de una Galería de arte. Ellos revelan a los ojos atentos de quien sabe apreciar algo más de aquello que está sobre el detalle, a saber la identidad de Jesús. Al mismo tiempo, muestran las características de las comunidades que creían en Jesús y daban testimonio de su presencia. Son como espejos que ayudan a descubrir lo que sucede dentro de nosotros cuando nos encontramos con Jesús. El espejo del encuentro de Jesús con Juan Bautista, que meditamos en este domingo de Adviento, nos ayuda a prepararnos para el encuentro con Jesús en la próxima fiesta de Navidad.
6. Salmo 131
Abandono filial
Mi corazón, Yahvé, no es engreído, ni son mis ojos altaneros. No doy vía libre a la grandeza, ni a prodigios que me superan.
No, me mantengo en paz y silencio, como niño en el regazo materno.
¡Mi deseo no supera al de un niño! ¡Espera, Israel, en Yahvé desde ahora y por siempre!
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)