XXIX Domingo del Tiempo Ordinario
Los jefes deben servir
Marcos 10, 35-45
1. Oración inicial
¡Oh, Dios de la paz y del perdón, que nos has dado en Cristo un ejemplo de servicio total, hasta el don de su vida! Concédenos a todos encontrar gracia ante Ti, para que podamos compartir hasta el fondo el cáliz de tu voluntad y vivir un servicio mutuo, generoso y fecundo.
2. Lectura
a) El contexto:
El episodio se sitúa después del tercer anuncio de la Pasión (Mc 10, 32-34). Y como ya había sucedido en los otros anuncios, la reacción de los discípulos no es positiva; dos de los discípulos se preocupan de los primeros puestos en el Reino y los otros se indignan. Señal de la dificultad de los discípulos de entrar en la perspectiva del destino doloroso del Maestro y de comprender el misterio del Reino. Los dos discípulos que hacen la petición – Santiago y Juan – son hermanos, forman parte del primer grupo de compañeros de Jesús (Mc 1, 19-20), se les llama con el sobrenombre de boanerghes (“hijos del trueno”; Mc 3,17). Eran por tanto de carácter algo impetuoso.
b) El texto:
³⁵Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos nos concedas lo que te pidamos.» ³⁶Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» ³⁷Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» ³⁸Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» ³⁹Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; ⁴⁰pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» ⁴¹Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. ⁴²Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. ⁴³Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, ⁴⁴y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, ⁴⁵que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»
3. Un momento de silencio orante
para releer el texto con el corazón y reconocer a través de las frases y de la estructura la presencia del misterio del Dios viviente.
4. Algunas preguntas
para recoger del texto los núcleos importantes y comenzar a asimilarlos.
a) ¿Por qué esta ambición de los discípulos de ocupar los primeros puestos?
b) ¿Tiene sentido la respuesta de Jesús?
c) ¿Qué quiere decir Jesús con el cáliz que se ha de beber y el bautismo que se ha de recibir?
d) ¿Sobre qué funda Jesús el servicio a la comunidad?
5. Algunas reflexiones más profundas de la lectura
“Concédenos que nos sentemos en tu gloria”
Aunque se tomen precauciones en la lectura, está claro que tienen ambiciones notables. Según la tradición, ellos parecen que eran primos de Jesús, y por tanto – según la ley oriental – tenían un derecho particular, como miembros de la familia. De cualquier modo que sea, se ve que no han entendido nada de lo que Jesús estaba por hacer. Se preparaba a la ignominia de la cruz, y ellos todavía no lo habían entendido. El verdadero poder de Jesús no consiste en distribuir los puestos de honor, sino el de hacer que se participe en su trágico destino: “¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?”
“La copa que yo voy a beber, sí la beberéis”
El diálogo sobre la copa y el bautismo (vv 38-39) está en evidente paralelismo. Pero no se entiende cómo los dos puedan beber el cáliz y ser bautizados, si no es pensando en el martirio que sufrirán (entrambos) en seguida. A través de las dos imágenes, Jesús parece evocar sin duda su muerte violenta, que Él presagia como una obligación absoluta de fidelidad hacia al Padre. La respuesta a la petición de ellos de sentarse junto a Él es muy evasiva; pero se entiende que quiere hacer ver que no es ése el modo para obtenerlo.
“Los otros diez empezaron a indignarse”
Claramente también ellos comparten la misma ambición. Pero este versículo parece que ha sido redactado para unir los dos episodios que quizás en el origen no eran dependientes. Cambia totalmente el argumento. Pero el hecho de que se recuerde la indignación, está probablemente fundado en cualquier episodio: porque los discípulos aquí no tienen buena imagen: y por esto debe ser propiamente auténtico.
“Los jefes de las naciones, las dominan…no ha de ser así entre vosotros”
Se refiere a los dirigentes políticos de su tiempo: que en el fondo es el estilo de todos los tiempos. Por el contrario, la comunidad de los discípulos debe ser dominada por el servicio: esto está expresado con dos términos que indican graduación. Se habla de “siervo” (diakonos) y de “esclavos” (doulos). No se puede escoger a quién servir: se debe ser esclavo de todos, cambiando el esquema mundano.
“Que tampoco el Hijo del hombre…”
Encontramos el fundamento de la ley constitucional de la comunidad, siguiendo el estilo del Maestro, dando como Él la vida y no por pretensión. El “rescate” o redención es difícil de interpretar, como dice, por ejemplo, X. Léon Dufour: pero podemos entenderlo bien, considerando las palabras que Jesús pronuncia en la última Cena. Pues toda la vida de Jesús está bajo la luz del “rescate”, de la fidelidad hasta el fin por la libertad de los hombres. Se priva de la libertad, para dar libertad, para rescatar de la no libertad. El estatuto de la comunidad de los discípulos está caracterizado por el servicio, no por la ambición; por la vida dada y vinculada al rescate de los otros.
6. Salmo 33 (32)
Plegaria por la paz y la justicia
Tocad con el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañad la música con aclamaciones! Pues recta es la palabra de Yahvé, su obra toda fundada en la verdad; él ama la justicia y el derecho, del amor de Yahvé está llena la tierra. Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos, por el aliento de su boca todos sus ejércitos. Él recoge, como un dique, las aguas del mar, mete en depósitos los océanos. ¡Tema a Yahvé la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe! Pues él habló y así fue, él lo mandó y se hizo. Yahvé frustra el plan de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos; pero el plan de Yahvé subsiste para siempre, sus decisiones de generación en generación. ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé, el pueblo que escogió para sí como heredad! Yahvé observa de lo alto del cielo, ve a todos los seres humanos; desde el lugar de su trono mira a todos los habitantes de la tierra; él, que modela el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones.
7. Oración final
¡Señor Dios nuestro!, aparta a los discípulos de tu Hijo de los caminos fáciles de la popularidad, de la gloria a poco precio, y llévalos sobre los caminos de los pobres y de los afligidos de la tierra, para que sepan reconocer en sus rostros el rostro del Maestro y Redentor. Da ojos para ver los senderos posibles que llevan a la justicia y a la solidaridad; oídos para escuchar las peticiones de salvación y salud de tantos que buscan como a tientas; enriquece sus corazones de fidelidad generosa y de delicadeza y comprensión para que se hagan compañeros de camino y testimonios verdaderos y sinceros de la gloria que resplandece en el crucificado resucitado y victorioso. Él vive y reina glorioso contigo, oh Padre, por los siglos de los siglos.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)