III Domingo de Pascua
En el camino de Emaús
Encontrar la llave que abre el significado de la Escritura
Lucas 24,13-35
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura:
Leamos el texto en el que Lucas nos presenta a Jesús que interpreta las Escrituras. Durante la lectura tratemos de descubrir cuáles son los diversos pasos del proceso de interpretación seguido por Jesús, desde el encuentro con sus discípulos en el camino hacia Emaús, hasta el reencuentro de los discípulos con la comunidad de Jerusalén.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:
Lc 24,13-24: Jesús trata de averiguar la realidad que hace sufrir a los discípulos
Lc 24,25-27: Jesús ilumina la realidad de los dos discípulos con la luz de la Escritura
Lc 24,28-32: Jesús comparte el pan y celebra con los discípulos
Lc 24,33-35: Los dos discípulos regresan a Jerusalén y comparten su experiencia de la resurrección con la comunidad.
c) El texto:
13-24: Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25-27: Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
28-32: Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33-35: Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto que te ha gustado más y por qué?
b) ¿Cuáles son los pasos de interpretación de la Escritura seguida por Jesús, desde el encuentro con los dos amigos por el camino, hasta el regreso de los discípulos a la comunidad de Jerusalén?
c) ¿Cuál es la situación en la que Jesús encuentra a los discípulos?
d) ¿Cuáles son las semejanzas y cuáles las diferencias entre la situación de los dos discípulos y nuestra situación actual? ¿Cuáles son hoy los factores que ponen en crisis nuestra fe y nos causan tristeza?
e) ¿Cuál fue el resultado en la vida de los dos discípulos de la lectura de la Biblia hecha por Jesús?
f) ¿En qué puntos la interpretación hecha por Jesús critica nuestra manera de leer la Biblia y en qué puntos la confirma?
5. Una clave de lectura
para aquellos que quieran profundizar más en el tema.
a) El contexto en el que escribe Lucas:
b) Los diversos pasos o aspectos del proceso de interpretación de la Escritura:
- 1º Paso: Partir de la realidad (Lc 24,13-24).
Jesús encuentra a los dos amigos en una situación de miedo y dispersión, de desconfianza y de turbación. Estaban huyendo. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en ellos la esperanza. Jesús se acerca y camina con ellos, escucha la conversación y pregunta: «¿De qué estáis hablando?» La ideología dominante les impide entender y el tener una conciencia crítica: «Nosotros espérabamos que el fuese el liberador, pero…» (Lc 24,21). ¿Cuál es hoy la conversación del pueblo que sufre? ¿Cuáles son hoy los hechos que ponen en crisis nuestra fe?
El primer paso es éste: acercarte a las personas, escuchar la realidad, los problemas, ser capaces de hacer preguntas que ayuden a mirar la realidad con una mirada más crítica.
- 2º Paso: Servirse del texto de la Biblia (Lc 24, 25-27)
Jesús se sirve de la Biblia no para dar una lección sobre la Biblia, sino para iluminar el problema que hacía sufrir a sus dos amigos y luego clarificar la situación que estaban viviendo. Con la ayuda de la Biblia, Jesús coloca a los dos discípulos en el proyecto de Dios y les indica que la historia no se escapa de la mano de Dios. Jesús no usa la Biblia como un doctor que ya lo sabe todo, sino como un compañero que quiere ayudar a sus amigos a recordar lo que ellos habían olvidado: Moisés y los Profetas. Jesús no causa en ellos un complejo de ignorancia, sino que trata de ponerlos en condiciones de recordar, despierta por tanto su memoria.
El segundo paso es éste: con la ayuda de la Biblia, iluminar la situación y transformar la cruz, señal de muerte, en señal de vida y esperanza. Así lo que impide ver, se convierte en luz y fuerza a lo largo del camino.
- 3º Paso: Celebrar y compartir en comunidad (Lc 24,28-32)
La Biblia, por sí sola, no abre los ojos, pero ¡hace arder el corazón! (Lc 24,32). Lo que abre los ojos y hace descubrir a los amigos la presencia de Jesús es el compartir el pan, el gesto comunitario. En el momento en que es reconocido, Jesús desaparece. Y ellos mismos experimentan la resurrección, renacen y caminan solos. Jesús no se apropia del camino de sus amigos. No es paternalista. Resucitados, los discípulos son capaces de caminar por sus pies. El tercer paso es éste: saber crear un ambiente orante de fe y fraternidad, donde el Espíritu pueda obrar. Es el Espíritu el que hace descubrir y experimentar la palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las palabras que Jesús dice (Jn 14,26; 16,13). Y es sobre todo en este punto de la celebración, en el que la práctica de las comunidades eclesiales de base, sostenidas por las esparcidas por el mundo, nos ayudan a nosotros religiosos y religiosas a encontrar de nuevo el antiguo pozo de la Tradición para beber su agua.
El objetivo: Resucitar y regresar de nuevo a Jerusalén (Lc 24,33-35).
Todo ha cambiado en los dos discípulos. Ellos mismo resucitan, se animan y regresan a Jerusalén, donde continúan estando activas las fuerzas de muerte que mataron a Jesús, pero en donde se manifiesta también las fuerzas de la vida en el compartir la experiencia de la resurrección. Valor en lugar de miedo. Fe en vez de ausencia. Esperanza en vez de desesperación. Conciencia crítica, en vez de fatalismo ante el poder. Libertad en vez de opresión. En una palabra: ¡vida en vez de muerte! Y en vez de la noticia de la muerte de Jesús, ¡la Buena Noticia de la Resurrección!
El objetivo de la lectura de la Biblia es éste: experimentar la presencia viva de Jesús y de su Espíritu, presentes en medio de nosotros. Es el Espíritu el que abre los ojos sobre la Biblia y sobre la Realidad y nos lleva a compartir la experiencia de la Resurrección, como sucede también hoy en los encuentros comunitarios.
c) El nuevo modo de Jesús: hacer una lectura Orante de la Biblia:
El Nuevo Testamento es una relectura del Antiguo Testamento, hecha a la luz de la nueva experiencia de Dios, revelada en Jesús. Este modo diverso de iluminar la vida con la luz de la palabra de Dios, le causa muchos conflictos, porque vuelve críticos a los pequeños y por consiguiente, incomoda a los grandes.
6. Salmo 23 (22)
Dios es nuestra herencia por siempre
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)