Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada – Al servicio de la Iglesia, la fe y la cultura – Jerez de la Frontera

Domingo, 26 Febrero 2023

El encuentro de Jesús con Satanás en el desierto
Las tentaciones en el desierto de la vida
Mateo 4,1-11

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú le ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Una clave de lectura:

Leamos este texto que describe las tentaciones de Jesús, que son las tentaciones de todos los seres humanos. Durante su lectura, prestemos atención a lo siguiente: ¿Cuáles son las tentaciones, dónde y cómo suceden y cómo las enfrenta Jesús?

b) Una división del texto para ayudar a su lectura:

Mat 4,1-2: La situación dónde y de dónde nace la tentación: desierto, espíritu, ayuno y hambre.

Mat 4,3-4: La tentación del pan

Mat 4,5-7: La tentación del prestigio

Mat 4,8-11: La tentación del poder

c) El texto:

1-2: Entonces Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre.

3-4: Y llegándose á Él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Mas Él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.

5-7: Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, Y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, Y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.

8-11: Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á Él solo servirás. El diablo entonces le dejó: y he aquí que los ángeles llegaron y le servían.

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación o en la oración.

a) ¿Cuáles fueron las tentaciones? ¿Qué tienen que ver el Espíritu, el desierto, el ayuno y el hambre con las tentaciones de Jesús?

b) La palabra tentación ¿qué nos sugiere a nosotros, hoy? ¿De qué modo se manifiesta en mi diario vivir?

c) Tentador o Satanás es siempre áquel, aquélla o la cosa que nos desvía del camino de Dios. ¿Ha podido darse, que yo haya sido alguna vez Satanás para alguien, como lo fue Pedro para Jesús?

d) El Espíritu conduce a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Esto evoca las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto después de la salida de Egipto. ¿Que nos quiere sugerir y enseñar Mateo con esta evocación de las tentaciones del pueblo en el desierto?

e) El demonio usa la Biblia para tentar a Jesús. ¡Jesús usa la misma Biblia para vencer la tentación! La Biblia, ¿sirve para todo? ¿Cómo y con qué fin uso yo la Biblia?

f) La tentación del pan. ¿Cómo hablar de Dios al que tiene abundancia de todo? ¿Cómo hablar de Dios al que siente hambre?

g) La tentación del prestigio. Prestigio de la ciencia, del dinero, de la conducta moral irreprensible, del nombre, del figurar, del honor. ¿Aparecen en mi vida?

h) La tentación del poder. Allí donde dos personas se encuentran surge una relación de poder. ¿Cómo uso el poder que me toca en la vida: en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en mi barrio? ¿Sucumbo a la tentación?

5. Una clave de lectura

para aquéllos que quieren profundizar más en el tema.

= Jesús fue tentado. Mateo hace comprensible las tentaciones: tentación del pan, tentación del prestigio, tentación del poder. Se trata de varias formas de esperanza mesiánica, que en aquel tiempo existían en el pueblo de Israel. El mesías glorioso que, como un nuevo Moisés, daría de comer al pueblo en el desierto: “¡manda que estas piedras se conviertan en pan!” El mesías desconocido que de repente se impone a todos por medio de un gesto espectacular en el Templo: “¡Arrójate desde aquí!” El mesías nacionalista que quisiera dominar el mundo: “¡Todo esto te daré!”

= En el Antiguo Testamento, tentaciones idénticas hacen caer al pueblo en el desierto, después de la salida de Egipto (Dt 8,3; 6,16; Dt 6,13). Jesús repetirá la historia. Él resiste la tentación de pervertir el plan de Dios para adaptarlo a sus intereses humanos del momento. Tentador o Satanás es todo lo que le desvía del Plan de Dios. Pedro fue Satanás para Jesús (Mt 16,23).

= La tentación fue constante en la vida de Jesús. Esta le acompañó desde el principio hasta el fin, desde el bautismo hasta la muerte de cruz. Porque en la medida con la que el anuncio de la Buena Nueva del Reino se extendía en medio del pueblo, crecía la presión sobre Jesús para adaptarse a las perspectivas mesiánicas del pueblo y ser el mesías que los otros deseaban y querían: “mesías glorioso y nacionalista”, “mesías rey”, “mesías sumo sacerdote”, “mesías juez”, “mesías guerrillero”, “mesías doctor de la ley”. La carta a los Hebreos dice: “El fue probado en todo a semejanza de nosotros, menos en el pecado” (Heb 4,15).

= Pero la tentación no ha conseguido jamás desviar a Jesús de su misión. El continuaba firme en el camino del “Mesías Siervo” anunciado por el profeta Isaías y esperado sobre todo por los pobres del pueblo, los anawim. Al respecto, Jesús no ha tenido miedo de provocar conflictos, ni con las autoridades, ni con las personas más queridas. Todos los que tentaban de desviarlo del camino recibían respuestas duras y reacciones inesperadas:

* Pedro tentó de alejar a Jesús del camino de la Cruz: “¡No será así Señor; esto no sucederá jamás!” (Mat 16,22) y ha debido sentir: “¡Aléjate de mí, Satanás!” (Mc 8,33).

* Los parientes, primeramente, querían portarlo a casa. Pensaban que estaba loco (Mc 3,21), pero sintieron las palabras duras que parecía una rotura (Mc 3,33). Después, cuando Jesús gozaba de cierta fama, querían que se mostrase más en público y permaneciese en Jerusalén, la capital (Jn 7,3-4). Una vez más responde Jesús mostrando que hay una diferencia radical entre su propuesta y la de ellos (Jn 7,6-7).

* Sus padres se lamentaban: “Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros?” (Lc 2,48). Pero recibieron como respuesta: “¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas que son del servicio de mi Padre?” (Lc 2,49).

* Los apóstoles contentos de la publicidad que Jesús había adquirido en medio del pueblo querían que se volviese al pueblo: “¡Todos te buscan!” (Mc 1,37). Pero recibieron un rechazo: “¡Vayamos a otra parte, por las aldeas y ciudades vecinas, a fin de que predique también allí; porque para esto he venido!” (Mc 1,38).

* Juan Bautista quería forzar a Jesús a ser un “mesías juez severo” (Lc 3,9; Mt 3,7-12; Mt 11,3). Jesús remitió a Juan a las profecías para que las confrontara con los hechos: “¡Andad y decid a Juan lo que habéis visto y oído!” (Mt 11,46 e Is 29, 18-19; 35,5-6; 61,1).

* El pueblo, viendo el signo de la multiplicación de los panes en el desierto, concluyó: “¡Este ciertamente es el profeta que debía venir al mundo!” (Jn 6,14) Ellos trataron de forzar a Jesús a ser el “mesías rey” (Jn 6,15), pero Jesús se escapó a la montaña para estar en la soledad con su Padre.

* En la hora del prendimiento, la hora de las tinieblas (Lc 22,53) aparece la tentación de ser el “mesías guerrero”. Pero Jesús dice: “¡Mete la espada en su lugar!” (Mt 26,52) y “¡Orad para no caer en tentación!” (Lc 22,40-46).

= Jesús se orientaba por la Palabra de Dios y en ella encontraba la luz y el alimento. Es sobre todo la profecía del Siervo, anunciada por Isaías (Is 42,1-9; 49,1-6; 50,3-9; 52,13-53,12) la que lo anima y le da valor para seguir. En el Bautismo y en la Transfiguración Él recibe del Padre la confirmación de su camino, de su misión. La voz del cielo repite las palabras con las que la profecía de Isaías presenta el Siervo de Jahvé al pueblo: “¡Este es mi Hijo amado: escuchadlo!” (Mc 1,11; 9,6).

= Jesús define su misión con estas palabras: “¡El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida por la redención de muchos!” (Mt 20,28; Mc 10,45). Es la lección que aprendió de su Madre, que había respondido al ángel: “¡He aquí la esclava del Señor; se cumpla en mí según tu palabra!” (Lc 1,38). Orientándose por la Palabra de Dios para profundizar en la conciencia de su misión y buscando fuerza en la oración, Jesús afrontaba las tentaciones. Metido en medio de los pobres, los anawim, y unido al Padre, fiel a entrambos, Él resistía y seguía la senda del Mesías Siervo, el camino del servicio al pueblo (Mt 20,28).

6. Salmo 91 (90)

Dios nos protege y está con nosotros en la tentación
El que habita al amparo del Altísimo,
Y mora bajo la sombra del Omnipotente.
Diga a Dios: “Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en él confiaré.”
Y él te librará del lazo del cazador:
De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro:
Escudo y adarga es su verdad.
No tendrás temor de espanto nocturno,
Ni de saeta que vuele de día;
Ni de pestilencia que ande en oscuridad,
Ni de mortandad que en medio del día destruya.
Caerán á tu lado mil,
Y diez mil á tu diestra:
Mas á ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás,
Y verás la recompensa de los impíos.
Porque tú has puesto a Yahvé, que es mi esperanza.
Al Altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.
Pues que a sus ángeles mandará cerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán,
Porque tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el basilisco pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré:
Ponedlo en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé:
Con él estaré yo en la angustia:
Lo libraré, y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida,
Y le haré ver mi salvación.

7. Oración Final

Señor Jesús, te doy gracias por tu palabra, que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre: Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros, como María tu Madre, podamos no sólo escuchar sino practicar la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)