Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada – Al servicio de la Iglesia, la fe y la cultura – Jerez de la Frontera

Domingo, 7 de noviembre de 2021

Jesús, los escribas y la viuda
La contabilidad diversa del Reino de los cielos
Marcos 12,38-44

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

El texto del evangelio de este domingo presenta dos hechos opuestos, ligados entre sí: por un lado la crítica de Jesús contra los escribas que usaban la religión para arruinar a las pobre viudas y, por el otro, el ejemplo de la viuda pobre que daba al Templo hasta lo que le era necesario. ¡Hecho éste muy actual, incluso hoy!

b) Una división del texto para ayudar en la lectura

Marcos 12,38-40: La crítica de Jesús contra los intereses de los escribas
Marcos 12,41-42: Jesús observa a la gente que pone la limosna en el tesoro del templo Marcos:12,43-44: Jesús revela el valor del gesto de una pobre viuda

c) El texto:

38 Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, 39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Ésos tendrán una sentencia más rigurosa.»

41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. 42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. 43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. 44 Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado y ha llamado más tu atención? ¿Por qué?

b) ¿Qué critica Jesús en los doctores de la Ley, y por qué cosa los alaba?

c) ¿Qué desigualdad y religiosa de aquella época aparecen en el texto?

d) Cómo puede ser que dos céntimos de la viuda puedan valer más que lo echado por los ricos?

e) Observa bien el texto y descubre cuanto sigue: “¿Por qué Jesús elogia a la pobre viuda?

f) ¿Cuál es el mensaje de este texto para nosotros hoy?

5. Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

a) Contexto de ayer y de hoy:

* El contexto en tiempos de Jesús.

El texto de Marcos 12,38-44 relata la parte final de las actividades de Jesús en Jerusalén (Mc 11,1 a 12,44). Fueron días muy intensos, llenos de conflictos: expulsión de los mercaderes del Templo (Mc 11,12-26), y muchas discusiones con las autoridades: (Mc 11,27 a 12,12), con los fariseos, con los herodianos y saduceos (Mc 12,13-27) y con los doctores de la ley (Mc 12,28-37). El texto de este domingo (Mc 12,38-44) nos presenta una última palabra crítica de Jesús respecto al mal comportamiento de los doctores de la ley (Mc 12,38-40) y una palabra de elogio respecto al buen comportamiento de la viuda. Casi al término de su actividad en Jerusalén, sentado delante del tesoro donde se recogía las limosnas del Templo, Jesús llama la atención de los discípulos sobre el gesto de una pobre viuda y les enseña el valor del compartir (Mc 12,41-44)

* El contexto en tiempos de Marcos

En los primeros cuarenta años de la historia de la Iglesia, desde los años 30 al 70, las comunidades cristianas eran, en su mayoría, formadas por gente pobre (1Cor 1,26). Poco después se les agregaron también otras personas más ricas o que tenían varios problemas. Las tensiones sociales, que marcaba el imperio romano, comenzaron también a despuntar en la vida de las comunidades. Estas divisiones, por ejemplo, surgían, cuando las comunidades se reunían para celebrar la cena (1Cor 11,20-22) o cuando había alguna reunión (Sant 2,1-4). Por esto, la enseñanza del gesto de la viuda era para ellos actual. Era como mirarse al espejo, porque Jesús compara el comportamiento de los ricos y el comportamiento de los pobres.

* El contexto hoy

Jesús elogia a una pobre viuda porque sabe compartir más y mejor que todos los ricos. Muchos pobres de hoy hacen la misma cosa. La gente dice: “El pobre no deja nunca morir de hambre a otro pobre.” Pero a veces ni siquiera esto es verdad. Doña Crisanta una señora pobre de la campiña se trasladó a la periferia de una gran ciudad, decía: “Allí, en la campiña, yo era muy pobre, pero tenía siempre algo para compartir con un pobre que tocaba a la puerta. Ahora que me encuentro en la ciudad, cuando veo a un pobre que viene a llamar a mi puerta, me escondo por la vergüenza porque no tengo nada que compartir”. Por un lado la gente rica que tiene de todo y por otro la gente pobre que no tiene casi nada para compartir, excepto lo poco que tienen.

b) Comentario del texto:

Marcos 12,38-40: Jesús critica a los doctores de la ley

Jesús llama la atención a los discípulos sobre el comportamiento hipócrita y aprovechado de algunos doctores de la ley. “Doctores” o Escribas eran aquellos que enseñaban a la gente la Ley de Dios. Pero enseñaban de palabra, porque el testimonio de sus vidas mostraba lo contrario. A ellos les gustaba deambular por las plazas con largas túnicas, recibir el saludo de la gente, ocupar los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes. Eran personas que querían aparentar ser gente importante. Usaban su ciencia y su profesión como medio para subir la escala social y enriquecerse, y no para servir. A ellos les gustaba entrar en las casa de las viudas y recitar largas oraciones en cambio de dinero. Y Jesús termina diciendo: ¡Esta gente recibirá un juicio severo!”

Marcos 12,41-42: La limosna de la viuda

Jesús y os discípulos, sentados ante el tesoro del Templo, observaban a las personas que colocaban en el tesoro sus limosnas. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos arrojaban monedas de gran valor. El tesoro del templo se colmaba de dinero. Todos aportaban algo para el mantenimiento del culto, para sostener a los sacerdotes y para la conservación del Templo mismo. Parte de este dinero era usado para ayudar a los pobres, porque entonces no existía la asistencia social. Los pobres dependían de la caridad pública. Los pobres más necesitados eran los huérfanos y las viudas. Ellos no poseían nada. Dependían del todo de la caridad de los otros. Pero aunque no tenían nada se esforzaban para compartir con los otros lo poco que tenían. Así pues, una viuda muy pobre deposita su limosna en el tesoro del templo. ¡Sólo unos céntimos!

Marcos 12, 43-44: Jesús muestra dónde se manifiesta la voluntad de Dios

¿Qué vale más: los dos céntimos de la viuda o las miles de monedas del rico? Para los discípulos, las miles de monedas de los ricos eran mucho más útiles para hacer caridad, que los dos céntimos de la viuda. Ellos pensaban que el problema de la gente se podría resolver con mucho dinero. Cuando la multiplicación de los panes, ellos habían dicho a Jesús: “Señor, ¿qué quieres que compremos con doscientos denarios para dar de comer a tanta gente?” (Mc 6,37). En efecto, para aquéllos que piensan así, los dos céntimos de la viuda no servía para nada. Pero Jesús dice: “Esta viuda ha echado en el tesoro más que todos los otros”. Jesús tiene criterios diversos. Llamando la atención de los discípulos sobre el gesto de la viuda, enseña dónde ellos y nosotros debemos buscar la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en el compartir. Si hoy compartiésemos nuestros bienes, que Dios ha puesto en el Universo a disposición de la humanidad, no habría ni pobres, ni hambre. Habría suficiente para todos y sobraría también para muchos otros.

c) Ampliando informaciones: Limosnas, compartir, riquezas

La práctica de dar limosna era muy importante para los judíos. Era considerada “una buena acción” (Mt 6,1-4), porque la ley del Viejo Testamento decía: “Puesto que los necesitados no faltarán nunca en el país; por esto yo te doy este mandato y te digo: Abre generosamente la mano a tu hermano pobre y necesitado en tu país” (Dt 15,11). Las limosnas, puestas en el tesoro del templo, tanto para el culto como para el mantenimiento del templo o para los necesitados, los huérfanos y las viudas, eran consideradas como acciones gratas a Dios. Dar limosnas era una forma de compartir con los otros, un modo de reconocer que todos los bienes y dones pertenecen a dios y que nosotros somos administradores de estos bienes, de modo que haya vida en abundancia para todos.

Fue a partir del Éxodo cuando el pueblo de Israel se dio cuenta de la importancia de la limosna, del compartir. La caminata de cuarenta años a través del desierto fue necesaria para superar el proyecto de acumulación que venía desde el faraón de Egipto y que era bien presente en la cabeza de la gente. Es fácil salir del país del faraón. Pero es difícil librarse de la mentalidad del faraón. La ideología de los grandes es falsa y engañosa. Ha sido necesario experimentar el hambre en el desierto para aprender que los bienes necesarios para la vida son para todos. Y esto es la enseñanza del Maná: “Aquel que había cogido de más, no tenía mucho, aquel que había cogido de menos no le faltaba” (Éx 16,18).

Pero la tendencia a la acumulación era continua y muy fuerte. Y renace casi siempre en el corazón humano. Precisamente en esta tendencia a la acumulación se formaron los grandes imperios de la historia de la humanidad. El deseo de poseer y de acumular está en el corazón de estos imperios y reinos humanos. Jesús muestra la conversión necesaria para entrar en el reino de Dios. Dice al joven rico: “Ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres” (Mc 10,21). Esta misma exigencia se repite en los otros evangelios: “Vended lo que tenéis y dadlo en limosnas; haceos bolsas que no envejecen, un tesoro inexhausto en los cielos, donde los ladrones no llegan y no lo consume el moho. (Lc 12,33-34; Mt 6,9-20). Y añade una razón a esta exigencia: “Porque donde está tu tesoro, allí estará también vuestro corazón”

La práctica del compartir, de la limosna y de la solidaridad es una de las características que el Espíritu de Jesús, comunicado en Pentecostés (Act 2,1-13), quiere realizar en las comunidades. El resultado de la efusión del Espíritu es precisamente esto: “Ninguno entre ellos pasaba necesidad, porque cuantos poseían haciendas o casas las vendían, llevaban el importe de todo lo vendido y lo dejaban a los pies de los apóstoles” (Act 4,34-35ª; 2,44-45). Estas limosnas recibidas por los apóstoles no se acumulaban, sino que ”se distribuía a cada uno según su necesidad” (Act 4,35b; 2,45).

La entrada de los ricos en la comunidad cristiana, por un lado hacía posible la expansión del cristianismo, ofreciendo mejores condiciones al movimiento misionero, Pero de la otra, la acumulación de bienes blocaba el movimiento de solidaridad y del compartir provocado por la fuerza del Espíritu en Pentecostés. Santiago quiere ayudar a algunas personas a entender el camino errado que han emprendido: “Y ahora vosotros ricos; llorad y gritad por las desventuras que os sobrevendrán. Vuestras riquezas están podridas, vuestros vestidos serán devorados por la polilla” (Sant 5,1-3). Para aprender el camino del Reino, todos tienen necesidad de convertirse en alumnos de aquella pobre viuda, que compartió lo que tenía, lo necesario para vivir.

6. Oración de un Salmo 62 (61)

Dios es fuerza y es amor.

Sólo en Dios encuentro descanso,
de él viene mi salvación;
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
¿Hasta cuándo atacaréis a un solo hombre,
lo abatiréis, vosotros todos,
como a una muralla que cede,
como a una pared que se desploma?
Sólo proyectan doblez,
les seduce la mentira,
con la boca bendicen
y por dentro maldicen.
Sólo en Dios descansaré,
de él viene mi esperanza,
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
En Dios está mi salvación y mi honor,
Dios es mi roca firme y mi refugio.
Confiad siempre en él, pueblo suyo;
presentad ante él vuestros anhelos.
¡Dios es nuestro refugio!
Un soplo son los plebeyos,
los notables, pura mentira;
puestos juntos en una balanza
pesarían menos que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no os atraiga la rapiña;
a las riquezas, si aumentan,
no apeguéis el corazón.
Dios ha hablado una vez,
dos veces, lo he oído:
que de Dios es el poder,
tuyo, Señor, el amor;
que tú pagas al hombre
conforme a sus obras.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.

Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)