Domingo, 15 Noviembre , 2020
La Parábola de los Talentos. Vivir con responsabilidad
Mateo 25,14-30
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 25,14-15: El amo distribuye sus bienes entre sus empleados
Mateo 25,16-18: El modo de obrar de cada empleado
Mateo 25,19-23: Rendición de cuentas del primero y segundo empleado
Mateo 25, 24-25: Rendición de cuentas del tercer empleado
Mateo 25,26-27: Respuesta del amo al tercer empleado
Mateo 25, 28-30: La palabra final del amo que aclara la parábola
b) Clave de lectura:
En este 33º Domingo del tiempo ordinario meditaremos la Parábola de los Talentos que trata dos temas muy importantes y muy actuales: (i) Los dones que cada persona recibe de Dios y el modo como lo recibe. Toda persona tiene cualidades, talentos, con los cuáles puede y debe servir a los demás. Ninguno es solamente alumno, ninguno es solamente profesor. Aprendemos los unos de los otros. (ii) El comportamiento con que las personas se ponen delante de Dios que nos ha dado todos sus dones. En el curso de la lectura, trataremos de estar bien atentos a estos dos puntos: ¿Cuál es la forma de comportarse de los tres empleados con respecto a los dones recibidos y cuál es la imagen de Dios que nos revela esta parábola?
c) El texto:
14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: 15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. 16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.18 En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. 19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. 20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: `Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.’ 21 Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.’ 22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: `Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.’ 23 Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.’ 24 Llegándose también el que había recibido un talento dijo: `Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25 Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.’ 26 Mas su señor le respondió: `Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; 27 debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. 28 Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos.29 Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 30 Y al siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.’
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto de este texto que te ha gustado más o que ha merecido más tu atención? ¿Por qué?
b) En la parábola, los tres empleados reciben según su capacidad. ¿Cuál es la forma de comportarse de cada uno de ellos con respecto al don recibido?
c) ¿Cuál es la reacción del amo? ¿Qué exige de sus empleados?
d) ¿Cómo entender la frase: “A todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará”?
e) ¿Qué imagen de Dios nos revela esta parábola?
5. Para aquéllos que desean profundizar en el tema
a) Contexto en el que aparece nuestro texto en el Evangelio de Mateo:
La “Parábola de los Talentos” (Mt 25,14-30) forma parte del 5º Sermón de la Nueva Ley (Mt 24,1 a 25,46) y se coloca entre la parábola de las Diez Vírgenes (Mt 25, 1-13) y la parábola del Juicio Final (Mt 25,31-46). Estas tres parábolas aclaran el concepto relativo al tiempo de adviento del Reino. La parábola de las Diez Vírgenes insiste sobre la vigilancia: el Reino de Dios puede llegar de un momento a otro. La parábola de los talentos orienta sobre el crecimiento del reino: el Reino crece cuando usamos los bienes recibidos para servir. La parábola del Juicio Final enseña cómo tomar posesión del Reino: el Reino es acogido cuando se acoge a los pequeños. Una de las cosas que más influyen en nuestra vida es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como un Juez severo que trataba a las personas según el mérito conquistado siguiendo las observancias. Esto causaba miedo e impedía a las personas crecer. Impedía que se abriese un espacio dentro de ellos para acoger la nueva esperanza de Dios que Jesús comunicaba. Para ayudar a estas personas Mateo relata la parábola de los talentos.
b) Comentario del texto:
Mateo 25, 14-15: Una puerta para entrar en la historia de la parábola
La parábola cuenta la historia de un hombre, que antes de salir de viaje, distribuye sus bienes a los empleados, dando cinco, dos y un talentos, según la capacidad de cada uno de ellos. Un talento corresponde a 34 kilos de oro, ¡ lo que no es poco!. En definitiva todos reciben la misma cosa, porque cada uno de ellos recibe “según su capacidad”. Quien tiene la taza grande la llena, quien tiene la taza pequeña también él la llena. He aquí que el amo marcha al extranjero y permanece allí mucho tiempo. El relato nos deja un poco suspenso. No sabemos porqué el amo distribuye sus bienes a sus empleados, no sabemos cuál será el fin del relato. Quizás el objetivo es que todos los que escuchan la parábola empiecen a confrontar su vida con la historia descrita en la parábola.
Mateo 25,16-18: El modo de obrar de cada empleado
Los dos primeros empleados trabajan y duplican los talentos. Pero el que ha recibido un talento lo entierra, para conservarlo bien y no perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se dan a las personas y a las comunidades según su capacidad. Todos y todas reciben algún bien del Reino, ¡pero no todos responden del mismo modo!
Mateo 25, 19-23: Rendición de cuentas del primero y segundo empleado
Después de mucho tiempo, el propietario regresa para ajustar las cuentas con los empleados. Los dos primeros dicen la misma cosa: “El dueño me ha dado cinco/dos talentos. ¡He aquí otros cinco/dos que he ganado! Y el dueño responde de la misma manera a los dos: “¡Bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu señor”.
Mateo 25,24-25: Rendición de cuentas del tercer empleado
El tercer empleado llega y dice: “¡Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde donde no esparciste. Por eso me dio miedo y fui y escondí en tierra tu talento; ¡he aquí lo tuyo!” En esta frase aparece una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve en Dios un amo severo. Ante un Dios así, el ser humano tiene miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que obrando de esta manera evitará el juicio y que la severidad del legislador no lo castigará. Así pensaban algunos fariseos. En realidad, una persona así no tiene confianza en Dios, sino más bien tiene confianza en sí misma y en su observancia de la ley. Es una persona encerrada en sí misma, lejana de Dios que no consigue preocuparse por los demás. Se hace incapaz de crecer como una persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, no hace vivir el gozo y empobrece la vida.
Mateo 25, 26-27: Respuesta del amo al tercer empleado
La respuesta del amo es irónica: “¡Siervo malvado y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías haber entregado mi dinero a los banqueros y así, al volver, yo habría cobrado lo mío con intereses!” El tercer empleado no ha sido coherente con la imagen severa que tenía de Dios. Si hubiese imaginado un Dios tan severo, habría debido por lo menos depositar el dinero en la banca. Por esto ha sido condenado no por Dios, sino por la idea equivocada que tenía de Dios y que lo deja más miedoso e inmaduro de lo que era. No era posible para él ser coherente con la imagen que tenía de Dios, porque el miedo paraliza la vida.
Mateo 25, 28-30: La palabra final del amo que aclara la parábola
El amo manda quitarle el talento y darlo al que ya tiene: “Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Aquí está la clave que lo aclara todo. En realidad los talentos “el dinero del amo” los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir, el don gratuito. Talento es todo lo que hace crecer la comunidad y que revela la presencia de Dios. Cuando alguien se encierra en sí mismo por miedo de perder lo poco que tiene, se pierde hasta lo poco que se tiene, porque el amor muere, se debilita la justicia, desaparece el compartir. De lo contrario la persona que no piensa en sí y se da a los demás, crece y recibe sorprendentemente todo lo que ha dado y mucho más. “Porque quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero quien pierda la propia vida por mi causa, la encontrará” (Mt 10,39).
c) Profundizando:
La moneda diversa del Reino:
No hay diferencia entre aquéllos que reciben más y aquellos que reciben menos. Todos reciben según su capacidad. Lo que importa es que el don se ponga al servicio del Reino y que haga crecer los bienes del Reino que son el amor, la fraternidad, el compartir. La clave principal de la parábola no consiste en producir talentos, sino que indica el modo en el que se necesita vivir nuestra relación con Dios. Los primeros dos empleados no piden nada, no buscan su propio bienestar, no guardan los talentos para ellos, no calculan, no miden. Con la más grande naturalidad, casi sin darse cuenta y sin buscar ninguna clase de mérito para ellos, comienzan a trabajar, para que el don recibido fructifique para Dios y para el Reino. El tercer empleado tiene miedo y, por esto, no hace nada. Según las normas de la ley antigua, él obra de modo correcto. Se mantiene en las exigencias establecidas. No pierde nada, pero tampoco gana nada. Por esto pierde hasta lo que tenía. El Reino es riesgo. ¡Quien no quiere correr riesgo, pierde el Reino!
6. Salmo 62
Sólo en Dios encuentro descanso
Sólo en Dios encuentro descanso,
de él viene mi salvación;
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
¿Hasta cuándo atacaréis a un solo hombre,
lo abatiréis, vosotros todos,
como a una muralla que cede,
como a una pared que se desploma?
Sólo proyectan doblez,
les seduce la mentira,
con la boca bendicen
y por dentro maldicen.
Sólo en Dios descansaré,
de él viene mi esperanza,
sólo él mi roca, mi salvación,
mi baluarte; no vacilaré.
En Dios está mi salvación y mi honor,
Dios es mi roca firme y mi refugio.
Confiad siempre en él, pueblo suyo;
presentad ante él vuestros anhelos.
¡Dios es nuestro refugio!
Un soplo son los plebeyos,
los notables, pura mentira;
puestos juntos en una balanza
pesarían menos que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no os atraiga la rapiña;
a las riquezas, si aumentan,
no apeguéis el corazón.
Dios ha hablado una vez,
dos veces, lo he oído:
que de Dios es el poder,
tuyo, Señor, el amor;
que tú pagas al hombre
conforme a sus obras.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)