Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada – Al servicio de la Iglesia, la fe y la cultura – Jerez de la Frontera

Lectio Divina: Domingo de la Ascensión del Señor (A)

Id por todo el mundo… Misión universal
Mateo 28,16-20

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Una clave de lectura:

El texto nos ofrece las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo. Es como si fuese un testamento, su última voluntad para la comunidad, aquello que más le preocupaba. A lo largo de la lectura, intentamos prestar atención a lo siguiente: “¿Sobre qué aspectos insiste más Jesús en sus últimas palabras?”

b) División del texto:

Mt 28,16: Indicación geo-gráfica: vuelta a Galilea
Mt 28,17: Aparición de Jesús y reacción de los discípulos
Mt 28,18-20a: Las últimas órdenes de Jesús
Mt 28,20b: La gran promesa, fuente de toda esperanza.

c) El texto:
16: Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17: Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18-20a: Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.
20b: Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

a) ¿Cuál es el punto que más te ha llamado la atención y que más te ha tocado el corazón?
b) ¿Cuáles son las informaciones cronológicas y geográficas que ofrece el texto?
c) ¿Cuál es la actitud de los discípulos? ¿Cuál es el contenido de las palabras de Jesús a los discípulos?
d) ¿En qué consiste “todo poder en el cielo y en la tierra ” que ha sido dado a Jesús?
e) ¿Qué significa “hacerse discípula-discípulo” de Jesús?
f) En este contexto ¿cuál es el significado del bautismo “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?”
g) ¿Qué evocación del AT se transparenta en la promesa “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo?”

5. Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

a) El contexto del Evangelio de Mateo

* El Evangelio de Mateo, escrito hacia el año 85, se dirige a una comunidad de judíos convertidos que vivían en Siria-Palestina. Estaban pasando una profunda crisis de identidad en relación a su pasado. Después de haber aceptado a Jesús como el Mesías esperado, continuaban acudiendo a la sinagoga y observando la ley y las antiguas tradiciones. Mantenían además una cierta afinidad con los fariseos y, tras la revuelta de los judíos de Palestina contra Roma (65 al 72), ellos y los fariseos eran los dos únicos grupos judíos que habían sobrevivido a la represión romana.

* A partir de los años 80, estos hermanos judíos, fariseos y cristianos, únicos supervivientes, comenzaron a luchar entre ellos por la posesión de las promesas del AT. Todos pretendían ser los herederos. Poco a poco, creció la tensión entre ellos y comenzaron a excomulgarse mutuamente. Los cristianos no podían ya acudir a la sinagoga y quedaron desconectados de su propio pasado. Cada grupo comenzó a organizarse a su propio modo: los fariseos en la sinagoga; los cristianos en la Iglesia. Ello agravò el problema de la identidad de las comunidades de judíos cristianos, ya que suscitaba problemas muy serios que requerían una respuesta urgente: “La herencia de las promesas del AT… ¿de quién es: de la sinagoga o de la Iglesia? ¿Con quién está Dios? ¿Cuál es verdaderamente el pueblo de Dios?”

* Entonces Mateo escribe su Evangelio para ayudar a estas comunidades a superar la crisis y a encontrar una respuesta a sus problemas. Su Evangelio es fundamentalmente un Evangelio de revelación que pretende mostrar que Jesús es el verdadero Mesías, el nuevo Moisés, en el que culmina toda la historia del Antiguo Testamento con sus promesas. Es también el Evangelio de la consolación para todos aquéllos que se sentían excluidos y perseguidos por sus propios hermanos judíos. Mateo quiere consolarles y ayudarles a superar el trauma de la ruptura. Es el Evangelio de la nueva práctica, ya que indica el camino por el que se llega a una nueva justicia, mayor que la de los fariseos. Es el Evangelio de la apertura, pues indica que la Buena Noticia de Dios que Jesús nos trae no puede permanecer escondida, sino que debe ser puesta sobre el candelero, para que ilumine la vida de todos los pueblos.

b) Comentario del texto de Mateo 28,16-20

* Mateo 28,16: Volviendo a Galilea: Todo comenzó en Galilea (Mt 4,12). Fue allí donde los discípulos oyeron la primera llamada (Mt 4,15) y allí Jesús prometió reunirlos de nuevo, después de la resurrección (Mt 26,31). En Lucas, Jesús prohíbe a los suyos que salgan de Jerusalén (Hch 1,4). En Mateo, la orden consiste en salir de Jerusalén y retornar a Galilea (Mt 28,7.10). Cada evangelista tiene su modo particular de presentar la persona de Jesús y su proyecto. Para Lucas, tras la resurrección de Jesús, el anuncio de la Buena Noticia debe comenzar en Jerusalén para poder llegar desde allí a todos los confines de la tierra (Hch 1,8). Para Mateo, el anuncio comienza en la Galilea de los paganos (Mt 4,15) para prefigurar así el paso de los judíos hacia los paganos.
Los discípulos debían ir hacia la montaña que Jesús les había mostrado. La montaña evoca el Monte Sinai, donde se había llevado a cabo la primera Alianza y donde Moisés recibió las tablas de la Ley de Dios (Ex 19 a 24; 34,1-35). Evoca la montaña de Dios, donde el profeta Elías se retiró para redescubrir el sentido de su misión (1Re 19,1-18). Evoca también la montaña de la Transfiguración, donde Moisés y Elías, es decir, la Ley y los Profetas, aparecieron junto a Jesús, confirmando así que Él era el Mesías prometido (Mt 17,1-8).

* Mateo 28,17: Algunos dudaban: los primeros cristianos tuvieron mucha dificultad a la hora de creer en la Resurrección. Los evangelistas insisten en contarnos que dudaron mucho y que fueron incrédulos frente a la Resurrección de Jesús (Mc 16,11.13.14; Lc 24,11.21.25.36.41; Jn 20,25). La fe en la Resurrección fue fruto de un proceso lento y difícil, pero acabó por imponerse como la más grande certeza de los cristianos (1Cor 15,3-34).

* Mateo 28,18: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra: La forma pasiva del verbo indica que Jesús recibió su autoridad del Padre. Pero ¿en qué consiste esta autoridad? En el Apocalipsis, el Cordero (Jesús resucitado) recibe de la mano de Dios el libro con los siete sellos (Ap 5,7) y se convierte en el Señor de la historia, el que debe asumir la ejecución del proyecto de Dios, descrito en el libro sellado, y como tal debe ser adorado por todas las criaturas (Ap 5,11-14). Con su autoridad y con su poder vence al Dragón, que es el poder del mal (Ap 12,1-9), y captura a la Bestia y al falso profeta, símbolos del Imperio romano (Ap 19,20). En el Credo de la Misa decimos que Jesús subió al cielo y se sienta a la derecha de Dios Padre, convirtiéndose así en el Juez de vivos y muertos.

* Mateo 28,19-20a: Las últimas palabras de Jesús: tres órdenes a los discípulos: Revestido de la suprema autoridad, Jesús trasmite tres órdenes a los discípulos y a todos nosotros: (i) Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes; (ii); bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (iii) y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.

i) Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes: Ser discípulo no significa lo mismo que ser alumno. Un discípulo se relaciona con un maestro. Un alumno se relaciona con un profesor. El discípulo vive junto al maestro 24 horas al día; el alumno recibe lecciones del profesor durante algunas horas, y vuelve a su casa. El discipulado supone comunidad. Ser alumno supone solamente estar en un aula para las clases. En aquel tiempo, el discipulado se solía expresar con la frase Seguir al maestro. En la Regla del Carmelo se dice: Vivir en obsequio de Jesucristo. Para los primeros cristianos, Seguir a Jesús significaba tres cosas relacionadas entre sí:

– Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo que se debía imitar y recrear en la vida del discípulo y de la discípula (Jn 13,13-15). La convivencia diaria permitía una continua revisión. En esta Escuela de Jesús se enseñaba solo una materia: ¡el Reino! Y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús.
– Participar en el destino del Maestro: El que quería seguir a Jesús, debía comprometerse con Él: “estar con Él en las tentaciones” (Lc 22,28), e incluso en la persecución (Jn 15,20; Mt 10,24-25). Debía estar por tanto dispuesto a cargar con la cruz y a morir con Él (Mc 8,34-35; Jn 11,16).

– Poseer en sí mismo la vida de Jesús: Después de la Pascua, se añade una tercera dimensión: “Vivo, pero no soy yo quien vivo, sino Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). Los primeros cristianos intentaron identificarse profundamente con Jesús. Se trata de la dimensión mística del seguimiento de Jesús, fruto de la acción del Espíritu.

ii) Bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: La Trinidad es a la vez la fuente, el destino y el camino. Todo el que ha sido bautizado en el nombre del Padre que nos ha sido revelado por Jesús, se compromete a vivir como un hermano en la fraternidad. Y si Dios es Padre, nosotros somos todos hermanos y hermanas entre nosotros. Todo el que ha sido bautizado en el nombre del Hijo que es Jesús, se compromete a imitar Jesús y a seguirlo hasta la cruz para poder resucitar con Él. Y el poder que Jesús recibió del Padre es un poder creador que vence la muerte. Y el que ha sido bautizado en el nombre del Espíritu Santo que nos ha sido dado por Jesús en el día de Pentecostés, se compromete a interiorizar la fraternidad y el seguimiento de Jesús, dejándose llevar por el Espíritu que permanece vivo en la comunidad.

iii) Enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado: Para nosotros, cristianos, Jesús es la Nueva Ley de Dios, proclamada desde lo alto de la montaña. Jesús ha sido elegido por el Padre como el nuevo Moisés, cuya palabra es Ley para nosotros: “Escuchadlo” (Mt 17,15). El Espíritu mandado por Él nos recordará todo lo que Él nos ha enseñado (Jn 14,26; 16,13). La observancia de la nueva Ley del amor se equilibra con la gratuidad de la presencia de Jesús en medio de nosotros, hasta el final de los tiempos.

* Mateo 28,20b: yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo: Cuando Moisés fue enviado a liberar al pueblo de Egipto, recibió de Dios una certeza, la única certeza que ofrece una total garantía: “Ve, ¡Yo estaré contigo!” (Ex 3,12). Y esta misma certeza les fue dada a los profetas y a otras personas enviadas por Dios para desarrollar una misión importante en el proyecto de Dios (Jer 1,8; Jue 6,16). María recibió la misma certeza cuando el ángel le dijo: “El Señor está contigo” (Lc 1,28). Jesús, en persona, es la expresión viva de esta certeza, porque su nombre es Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1,23). Él estará con sus discípulos, con todos nosotros, hasta el final de los tiempos. Aquí se manifiesta la autoridad de Jesús. Él controla el tiempo y la historia. Él es el primero y el último (Ap 1,17). Antes del primero no existía nada y después del último no vendrá nada. Esta certeza es un apoyo para las personas, alimenta su fe, sostiene la esperanza y genera amor y donación de sí mismos.

c) Iluminando las palabras de Jesús: La misión universal de la comunidad

Abraham fue llamado a ser fuente de bendición, no sólo para sus propios descendientes, sino para todas las familias de la tierra (Gn 12,3). El pueblo de la esclavitud fue llamado, no sólo a restaurar las tribus de Jacob, sino también para ser luz de las naciones (Is 49,6; 42,6). El profeta Amós dijo que Dios no sólo liberó a Israel de Egipto, sino también a los filisteos de Kaftor y a los arameos de Quir (Am 9,7). Dios, por tanto, se ocupa y se preocupa, tanto de los israelitas como de los filisteos y de los arameos (¡que eran los mayores enemigos del pueblo de Israel!). El profeta Elías pensaba que era el único defensor de Dios (Re 19,10.14), pero tuvo que escuchar que además de él… ¡había otros siete mil! (1 Re 18,18). El profeta Jonás quería que Yahvé fuese Dios solo de Israel, pero tuvo que reconocer que Él es el Dios de todos los pueblos, incluso de los habitantes de Nínive, los más acérrimos enemigos de Israel (Jon 4,1-11). En el Nuevo Testamento, el discípulo Juan quería que Jesús fuese sólo del pequeño grupo, de la comunidad, pero el mismo Jesús le corrigió y le dijo: ¡Quien no está contra nosotros, está con nosotros! (Mc 9,38-40).

Al final del primer siglo después de Cristo, las dificultades y las persecuciones probablemente llevaron a las comunidades cristianas a perder algo de su fuerza misionera y a cerrarse en sí mismas, como si fueran las únicas que defendían los valores del Reino. Pero el Evangelio de Mateo, fiel a una larga tradición de apertura hacia todos los pueblos, les hizo saber que las comunidades no pueden cerrarse en sí mismas. No pueden pretender para ellas el monopolio de la acción de Dios en el mundo. Dios no es propiedad de las comunidades, sino que las comunidades son propiedad de Yahvé (Ex 19,5). En medio de la humanidad que lucha y resiste contra la opresión, las comunidades deben ser sal y fermento (Mt 5,13; 13,33). Deben hacer que resuene en el mundo entero, entre todas las naciones, la Buena Noticia que Jesús nos ha traído: ¡Dios está presente en medio de nosotros! Es el mismo Dios que, desde el Éxodo, se empeña en liberar a todos aquellos que gritan hacia Él (Ex 3,7-12). Esta es su misión. Si la sal pierde su sabor… ¿para qué servirá? “¡No sirve ni para la tierra ni para el estercolero!” (Lc 14,35).

6. Salmo 150

Alabanza universal

¡Aleluya!
Alabad a Dios en su santuario,
alabadlo en su poderoso firmamento,
alabadlo por sus grandes hazañas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo con el toque de cuerno,
alabadlo con arpa y con cítara,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con cuerdas y flautas,
alabadlo con címbalos sonoros,
alabadlo con címbalos y aclamaciones.

¡Todo cuanto respira alabe a Yahvé!
¡Aleluya!

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)