Tiempo de Cuaresma
Oración inicial
Dios justo y santo
nuestro Padre amoroso,
nos ofreciste tu mano amiga
y nos enviaste a tu Hijo Jesús
para que nos acompañe en el camino
de la obediencia y la lealtad. Dios, a menudo herimos esta amistad;
actuamos como si no fuéramos Tus hijos e hijas.
Mira la mirada de vergüenza en nuestros rostros.
Perdónanos, porque contamos contigo.
Acepta nuestro agradecimiento
por seguir aceptándonos como somos
y por amarnos a pesar de nuestros pecados.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Lectura del Evangelio – Lucas 4:24-30
Jesús dijo a la gente en la sinagoga de Nazaret: «Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su lugar de origen. En efecto, os digo que había muchas viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo se cerró durante tres años y medio y se extendió una gran hambruna por toda la tierra. A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino sólo a una viuda de Sarepta, en la tierra de Sidón. También había muchos leprosos en Israel durante el tiempo del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue limpiado, sino sólo Naamán el sirio». Cuando la gente de la sinagoga oyó esto, se llenó de furia. Se levantaron, lo expulsaron de la ciudad y lo llevaron a la cima de la colina sobre la que se había construido su ciudad, para arrojarlo de cabeza. Pero él pasó en medio de ellos y se fue.
Reflexión
El Evangelio de hoy (Lc 4,24-30) forma parte de una parte más amplia (Lc 4,14-32). Jesús había presentado su programa en la sinagoga de Nazaret, utilizando un texto de Isaías que hablaba de los pobres, los presos, los ciegos y los oprimidos (Is 61,1-2) y que reflejaba la situación del pueblo de Galilea en la época de Jesús. En nombre de Dios, Jesús toma posición y define su misión: anunciar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la liberación de los presos, devolver la vista a los ciegos, devolver la libertad a los oprimidos. Al terminar la lectura, actualiza el texto y dice: «¡Hoy se está cumpliendo este texto, mientras tú lo escuchas!». (Lc 4,21). Todos los presentes se quedaron atónitos (Lc 4,16.22b). Pero inmediatamente después hubo una reacción de descrédito. La gente de la sinagoga se escandalizó y no quiso saber nada de Jesús. Decían: «¿No es él el hijo de José?». (Lc 4,22b). ¿Por qué se escandalizaron? ¿Cuál es la razón de esta reacción [inesperada]?
Porque Jesús citó el texto de Isaías sólo hasta la parte que dice: «para proclamar un año de gracia del Señor», y omite el final de la frase, que dice: «para proclamar un día de venganza de nuestro Dios» (Is 61,2). La gente de Nazaret se quedó sorprendida porque Jesús omitió la frase sobre la venganza. Querían que la Buena Noticia de la liberación de los oprimidos fuera una acción de venganza por parte de Dios contra los opresores. En este caso, la llegada del Reino sería sólo un cambio social superficial, y no un cambio o conversión del sistema. Jesús no acepta esta forma de pensar. Su experiencia de Dios Padre le ayuda a comprender mejor el significado de las profecías. Él quita la venganza. La gente de Nazaret no acepta esa propuesta, y la autoridad de Jesús empieza a disminuir: «¿No es hijo de José?»
Cuestiones personales
Oración final
Todo mi ser anhela
y suspira por los atrios de Yahvé;
Mi corazón y mi cuerpo claman
de alegría al Dios vivo. (Sal 84,2)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)