Tiempo Ordinario
Oración inicial
Padre,
guía y protector de tu pueblo,
concédenos un respeto inquebrantable por tu nombre,
y guárdanos siempre en tu amor.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo,
que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,
un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura
Lectura del Evangelio – Mateo 8, 18-22
Cuando Jesús vio una multitud a su alrededor, dio orden de cruzar a la otra orilla. Un escriba se le acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reposar la cabeza». Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero y enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
Reflexión
Desde la décima hasta la duodécima semana del tiempo ordinario, hemos meditado los capítulos 5 al 8 del Evangelio de Mateo. Tras la meditación del capítulo 8, el Evangelio de hoy presenta las condiciones para seguir a Jesús. Jesús decide ir al otro lado del lago y una persona le pide seguirlo (Mt 8, 18-22).
• Mateo 8: 18: Jesús da la orden de ir al otro lado del lago. Había aceptado y curado a todos los enfermos que le habían traído (Mt 8, 16). Mucha gente estaba a su alrededor. Al ver esa multitud, Jesús decide ir al otro lado del lago. En el Evangelio de Marcos, del que Mateo toma gran parte de su información, el contexto es variado. Jesús acababa de terminar el discurso de las parábolas (Mc 4, 3-34) y dijo: «¡Vayamos al otro lado!» (Mc 4, 35), y una vez en la barca desde donde había pronunciado el discurso (cf. Mc 4, 1-2), los discípulos lo llevaron al otro lado. Jesús estaba tan cansado que se fue a dormir sobre un cojín (Mc 4, 38).
a) Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús fue el modelo a imitar y recrear en la vida del discípulo (Jn 13, 13-15). La convivencia diaria permitía un enfrentamiento constante. En la «Escuela de Jesús» solo se enseñó una materia: El Reino, y este Reino se reconoce en la vida y práctica de Jesús.
b) Participar en el destino del Maestro: Quien haya seguido a Jesús debe comprometerse a estar con Él en sus privaciones (Lc 22, 28), incluidas las persecuciones (Mt 10, 24-25) y en la Cruz (Lc 14: 27). Debería estar dispuesto a morir con Él (Jn 11, 16).
c) Llevar en nosotros la vida de Jesús: Después de la Pascua, la luz de la Resurrección tomó una tercera dimensión: «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gal 2, 20). Se trata de la dimensión mística del seguimiento y fruto de la acción del Espíritu. Los cristianos intentaron seguir en su vida el camino de Jesús que había muerto en defensa de la vida y resucitado de entre los muertos por el poder de Dios. (Filipenses 3, 10-11).
Preguntas personales
Para mayor estudio
La Iglesia de los primeros siglos vio los comienzos del ascetismo y el monaquismo en los ermitaños egipcios. Estos primeros monjes tomaron estas palabras de Jesús literalmente y dejaron todo para seguirlo. Esta fue la base para el monaquismo oriental y, a través de San Benito, el monaquismo occidental. Algunas de las comunidades monásticas modernas más visibles son los benedictinos y los cistercienses o trapenses. Tómese el tiempo esta semana para leer sobre los primeros Padres del Desierto, como se les llama, así como las órdenes monásticas que han resultado. Sus vidas siguen el modelo de las primeras comunidades cristianas y este consejo de Jesús. Los escritos de los Padres del Desierto, San Benito, San Bernardo y otros dan una idea del crecimiento espiritual de esta manera.
Oración final
Fija tu mirada en Yahvé y tu rostro se iluminará,
nunca bajarás la cabeza avergonzado.
Un pobre grita y Yahvé oye:
lo salva de todas sus angustias. (Sal 34: 5-6)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)