Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.
2) Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,44-46
«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
«También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
3) Reflexión
(a) El tesoro, el Reino, ya está en el campo, ya está en la vida. Está escondido. Pasamos y pisamos por encima sin darnos cuenta.
(b) El hombre encontró el tesoro. Fue por pura causalidad. No esperaba encontrarlo, pues no lo estaba buscando.
(c) Al descubrir que se trata de un tesoro muy importante, ¿qué hace? Hace lo que todo el mundo haría para tener el derecho de poder apropiarse del tesoro. Va, vende todo lo que tiene y compra el campo. Así, junto con el campo adquiere el tesoro, el Reino. ¡La condición es vender todo!
(d) Si el tesoro, el Reino, ya estaba en la vida, entonces es un aspecto importante de la vida que empieza a tener un nuevo valor.
(e) En esta historia, lo que predomina es la gratuidad. Al tesoro se le encuentra por caso, más allá de las programaciones nuestras. El Reino ¡acontece! Y si acontece, tú y yo tenemos que sacar las consecuencias y no permitir que este momento de gracia pase sin fruto.
(a) Se trata de un mercader de perlas. Su profesión consiste en buscar perlas. Es lo único que hace en la vida: buscar y encontrar perlas. Buscando, encuentra una perla de gran valor. Aquí el descubrimiento del Reino no es pura causalidad, sino que es fruto de una larga búsqueda.
(b) El mercader de perla entiende el valor de las perlas, pues muchas personas quieren venderle las perlas que encontraron. Pero el mercader no se deja engañar. El conoce el valor de su mercancía.
(c) Cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo lo que tiene y compra esa perla. El Reino es el valor más grande.
4) Para la reflexión personal
5) Oración final
Señor, yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu lealtad por la mañana; pues has sido un baluarte para mí, un refugio el día de la angustia. (Sal 59,17)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)