Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad.
Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio según Lucas 18,1-8
Les propuso una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: «Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella misma ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: `¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: `Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de una vez de importunarme.’» Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; pues, ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les hará esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»
3) Reflexión
Es éste el hecho de la vida diaria del que Jesús se sirve para enseñar cómo rezar.
Pues es en la confrontación con Dios donde aparece la verdad y la persona se encuentra consigo misma en toda su realidad y humildad. Lucas es el evangelista que más nos informa sobre la vida de oración de Jesús. Nos presenta a Jesús en constante oración.
He aquí algunos de los momentos en los que Jesús aparece rezando. Tú puedes completar la lista:
– A los doce años va al Templo, a la Casa del Padre (Lc 2,46-50).
– Reza cuando es bautizado y asume la misión (Lc 3,21).
– Cuando inicia la misión, pasa cuarenta días en el desierto (Lc 4,1-2).
– En la hora de la tentación, se enfrenta al diablo con textos de la Escritura (Lc 4,3-12).
– Jesús tiene costumbre de participar en las celebraciones en las sinagogas, los sábados (Lc 4,16) – Busca la soledad del desierto para rezar ( Lc 5,16; 9,18).
– La víspera de elegir a los doce Apóstoles, pasa la noche en oración (Lc 6,12).
– Reza antes de comer (Lc 9,16; 24,30). – Cuando explica la realidad y habla de su pasión, reza (Lc 9,18).- En la hora de la crisis sube al Monte para rezar y es transfigurado cuando reza (Lc 9,28).
– Ante la revelación del Evangelio a los pequeños, dice: “¡Padre, yo te alabo!” (Lc 10,21)
– Rezando, despierta en los apóstoles la voluntad de rezar (Lc 11,1).
– Reza por Pedro para que no desfallezca en la fe (Lc 22,32).
– Celebra la Cena Pascual con sus discípulos (Lc 22,7-14).
– En el Jardín de los Olivares, reza, sudando sangre (Lc 22,41-42).
– En la angustia de la agonía, pide a los amigos que recen con él (Lc 22,40.46).
– En la hora de ser clavado en la cruz, pide perdón por los ladrones (Lc 23,34).
– En la hora de la muerte, dice «¡En tus manos entrego mi espíritu!» (Lc 23,46; Sal 31,6)
– Jesús muere soltando el grito del pobre (Lc 23,46).
Por el contrario, Jesús llega a componer él mismo un Salmo que nos transmite. Es el Padre Nuestro. Su vida era una permanente oración. “No busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió.» (Jn 5,19.30) A él se aplica lo que dice el Salmo: «¡No hago más que orar!» (Sal 109,4)
4) Para la reflexión personal
5) Oración final
¡Dichoso el hombre que teme a Yahvé, que encuentra placer en todos sus mandatos!
Su estirpe arraigará con fuerza en el país, la raza de los rectos será bendita. (Sal 112,1-2)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)