Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.
2) Lectura del santo Evangelio según Lucas 10,38-42
Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»
3) Reflexión
• Dinámica del relato. La condición de Jesús de maestro itinerante ofrece a Marta la posibilidad de acogerlo en su casa. La narración presenta la actitud de las dos hermanas: María, sentada, a los pies de Jesús, preocupada por escuchar su palabra; Marta, en cambio, preocupada por preparar los numerosos servicios, se acerca a Jesús protestando por el comportamiento de la hermana. El diálogo entre Jesús y Marta ocupa un amplio espacio de la narración (vv.40b-42): Marta empieza con una pregunta retórica, “¿Señor, no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?”; después pide que Jesús intervenga y ordene a su hermana que no abandone los trabajos domésticos, “Dile, pues, que me ayude”. Jesús responde con tono afectuoso, expresado en la repetición del nombre “Marta, Marta”: le recuerda que ella está preocupada por “muchas cosas”, que en realidad es necesaria “una sólo” y concluye con una alusión a la hermana que ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada. Lucas construye su relato sobre el contraste de la personalidad diversa de Marta y de María; la primera, preocupada por “muchas” cosas, la segunda hace una cosa sólo, está preocupada por escuchar al Maestro. La función de este contraste es la de subrayar la actitud de María, dedicada a la plena y total escucha del Maestro, con lo que pasa a ser modelo de todo creyente.
• La figura de Marta. Es la que toma la iniciativa de acoger a Jesús en su casa. Al dedicarse a acoger al Maestro, se preocupa con afán de las muchas cosas que se han de preparar y, ante esto, siente la tensión de encontrarse sola. Le agobia tanto trabajo, está ansiosa, vive una gran tensión. Por eso, Marta se “adelanta” y dispara a Jesús una justa petición de ayuda: ¿por qué la hermana la deja sola? Jesús le responde constatando el hecho de que ella está preocupada y tiene el corazón dividido entre el deseo de ofrecer a Jesús una comida digna de su persona y el deseo de dedicarse a escucharlo. Por tanto, Jesús no reprueba el servicio de Marta, sino la angustia con que lo lleva a cabo. Jesús había explicado un poco antes, en la parábola del sembrador, que la semilla caída entre abrojos evoca la situación de los que escuchan la Palabra pero son presa de las preocupaciones (Lc 8,14). En la laboriosidad de Marta no critica Jesús el valor de la acogida a su persona, sino que alerta sobre los riesgos en que se puede caer: el afán y la angustia. También sobre estos riesgos se pronuncia Jesús: “Buscad su reino y lo demás os será dado por añadidura” (Lc 12,31).
• La figura de María. Es la que escucha la Palabra, cosa que se expresa con un pretérito imperfecto, “escuchaba”, indicando una acción continua en la escucha de Jesús. La actitud de María contrasta con el afán y la tensión de la hermana. Jesús dice que María ha escogido “la parte buena”, la escucha de su Palabra. De las palabras de Jesús aprende el lector que no se trata de dos partes, de las cuales una es mejor que la otra, sino que existe sólo la parte buena: escuchar su Palabra. Esta actitud no significa evadirse del propio quehacer o responsabilidad cuotidianos, sólo expresa la necesidad de que la escucha de la Palabra preceda a cualquier servicio o actividad.
• Equilibrio entre acción y contemplación. Lucas presta particular atención a unir escucha de la Palabra y relación con el Señor. No se trata de dividir la jornada en un tiempo dedicado a la oración y otro al servicio, sino que la atención a la Palabra precede y acompaña al servicio. El deseo de escuchar a Dios no se puede suplir por otras actividades: es necesario dedicar cierto tiempo y espacio para buscar al Señor. El compromiso de cultivar la escucha de la Palabra nace de la atención a Dios: todo puede contribuir, el ambiente, el lugar, el tiempo. Pero el deseo de encontrar a Dios debe nacer en el propio corazón. No existen tácticas que te lleven a encontrar a Dios de manera automática. Se trata de un problema de amor: es necesario escuchar a Jesús, estar con Él; entonces se comunica el don y se inicia el enamoramiento. El equilibrio entre escucha y servicio implica a todos los creyentes, tanto en la vida familiar como en la profesional y social: ¿qué hacer para que los bautizados sean perseverantes y alcancen la madurez de la fe? Educarse en la escucha de la Palabra de Dios. Es éste el camino más difícil, pero el más seguro para llegar a la madurez en la fe.
4) Para la reflexión personal
• ¿Sé crear en mi vida situaciones e itinerarios de escucha? ¿Me limito sólo a escuchar la Palabra en la iglesia, o me esfuerzo también en buscar espacios y lugares adecuados para una escucha personal y profunda?
• ¿Te limitas a un consumo privado de la Palabra o eres anunciador de la misma y luz para los demás, no sólo lámpara que ilumina tu propia vida privada?
5) Oración final
Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?
¿quién habitará en tu monte santo?
El de conducta íntegra
que actúa con rectitud. (Sal 15,1-2)
Fuente: Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (https://ocarm.org/es/)