FUE un viernes para el recuerdo y para la historia. Nuestra Señora del Carmen Coronada cumplía con su tradición de cada dieciséis de julio y se hacía encontradiza con el pueblo de Jerez. Curiosa e histórica devoción a la Patrona del mar en una ciudad sin tan siquiera un río que nos acerque a los océanos. Se trataba de la primera procesión tras la llegada de la pandemia. Antes, hubo algunos antecedentes no menos importantes como aquel rosario que se celebró en los Jardines de la Atalaya y que tuvo como protagonista la Virgen de la Candelaria.
Sin embargo, en procesión, fue la Reina del Carmelo la que ha roto este complicado hielo de la pandemia. Y de qué manera. Jerez se volcó y el nivel de responsabilidad del pueblo se pudo constatar por todos los lugares por donde pasó la Santísima Virgen. Iba tan elegantemente bella, que no se echaron de menos ni los costaleros. Aviso a navegantes….
Pero lo fundamental fue la respuesta del pueblo. Entre palmas y vivas a la Virgen, con cánticos de gloria a la Madre de Dios, la Reina parecía haber cumplido con su deseo de hacerse cercana con todos los que han sufrido por mor de esta pandemia. Fue una tarde de fervor, de devoción y de Amor, en mayúsculas, contenido en dos horas que siempre recordaremos.
La Virgen del Carmen ha marcado un antes y un después en el devenir de las cofradías. Ahora habría que pensar en nuevos tiempos. El virus se encuentra aún entre nosotros. Pero no es menos cierto que todo debe y tiene que volver a la normalidad. Esperemos que así sea y lo del viernes fuera un magnífico prólogo para lo que será la Patrona y la llegada de la Semana Santa. Ojalá.
MANUEL SOTELINO